Jim Lee: 'Es un honor trabajar con Frank Miller en Batman' Con el mundo del cómic a sus pies
Ceñirnos a las normas de tiempo establecidos por el Salón de Barcelona es la única pega en una entrevista que se ahnela antes, se disfruta durante y deja con un inmejorable sabor de boca después. Jim Lee es un tipo afable y cercano que intenta en vano responder en español. Le cuesta horrores. Durante la sesión fotográfica, se queda ojeando nuestra revista, donde avista un dibujo suyo para X-Men y ante la invitación de quedársela, responde "no voy a poder entenderla". Con una sonrisa de oreja a oreja, por supuesto.
Antes que nada, Jim, ¿cómo fue tu primera experiencia en el mundo de los cómics?
Mmmm (pensativo)... Yo nací en Korea, así que cuando me trasladé con mi familia a Estados Unidos, aprendí muchísimo del inglés y su vocabulario a través de los cómics. Estaba enamorado de los personajes y los dibujos, así que estas lecturas me ayudaron a conocer el idioma. Los cómics demostraron ser para mí, además de un entretenimiento, un producto educativo.
Después, mientras estudiabas Medicina, dejaste la carrera para convertirte en dibujante. ¿Fue una decisión alocada?
Mi padre era doctor, él se trasladó a los Estados Unidos para vivir el “sueño americano” y quería que su hijo siguiese sus mismos pasos. Así que estaba en la universidad y surgió en mí un gran dilema, porque realmente la medicina no era mi pasión. Me llamaba mucho más la atención el dibujo, los cómics y sus personajes. Y "traicioné" el deseo de mi padre. No porque fuese una tradición familiar, pero sí una tradición cultural. Me trajeron a América y me crié como un americano, así que para mí era una decisión realmente crucial el hacer lo que uno quiere contra el deber hacia tu familia y lo que ellos quieren. Se produjeron disputas importantes en mi casa. Aunque lo que realmente preocupaba a mi familia era que nunca tuviera un contrato decente y que me muriese de hambre. Pero una vez empecé a trabajar en Marvel, recuerdo que mi madre empezó a saltar de felicidad un lado a otro de la cocina. Desde entonces, me han apoyado absolutamente en todo.
Después, tu carrera cambiaría a raíz de las más de siete copias vendidas del X-Men #1. ¿Hasta qué punto revolucionó tu vida?
Uf, vendimos demasiadas copias, así que económicamente fue un bombazo. Para mí fue un sueño hecho realidad. Los niños crecen con Los X-Men y en mi caso era mi serie favorita. Los tiempos de Chris (Claremont), Cockrum y John Byrne fueron insuperables.
De hecho recuerdo ir a la iglesia los domingos y que mis amigos me parasen y me contasen sus historias sobre los X-Men siete años antes de entrar en el negocio. Imagínate lo que supuso para mí conseguir un contrato y trabajar al lado de Chris. Al principio, fue un poco surrealista vivir con la gente que había idealizado desde chico y a la vez muy emocionante. Ése cómic me abrió las puertas al mundo. Desde entonces, te has convertido en uno de los dibujantes más codiciados del mercado. ¿Te consideras una estrella? ¿Crees que existen en el mundo de los cómics?
Yo sí que creo que existan, pero hay que mirarlas con perspectiva. Porque aquí me conoce todo el mundo, pero una vez abandonas una convención nadie sabe quién eres. Puedo ser reconocido aquí y allí, pero es muy raro. Siempre es una sorpresa cuando alguien llega y te saluda o dice que le gusta tu trabajo. Me gusta. Es algo que nunca te esperas y que realmente se agradece. Una vez vas a una convención es genial, porque vas allí y tienes una relación con los fans fabulosa, en la que te comentan y valoran cómo es tu trabajo. Luego ya cuando sales de ese mogollón de gente, no te queda otra que evadirte y disfrutar de tu vida.
Superhéroes sublimes, chicas despampanantes... ¿Cuál es el punto fuerte de tu dibujo?
Lo que yo siempre busco al dibujar es transmitir emociones fuertes. Cuando leo un guión y lo visualizo, intento plasmarlo al papel de la forma más emocionante e inmersiva que puedo. De manera que cuando lo veas, creas que estás allí y te metas en la historia, con los personajes.
Porque mi dibujo va mucho más allá de lo que los fans ven. Muchas veces vienen y me dicen que les gusta cómo dibujo a las mujeres o cómo dibujo a Lobezno muy furioso, pero realmente ése no es el fuerte de mi trabajo, por más que sea a lo que ellos responden. También, en cierto sentido, mi trabajo es muy distinto dependiendo del autor con el que trabaje. A partir de ahí, que los lectores valoren como quieren el trabajo.
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