Solo, fue bonito mientras duró.
Recientemente, hemos visto en nuestro país la conclusión de “Solo”, una serie antológica publicada por la norteamericana DC comics y que constituye una de las propuestas más atractivas e interesantes de la oferta editorial reciente. Auspiciada por Mark Chiarello, un tipo tan poco prolífico (por desgracia) en sus trabajos como ilustrador como interesante en su labor como editor para DC, “Solo” tiene su semilla en otra antología concebida por él: “Batman: Black & White”, cabecera que logró reunir a autores tan alejados de las grandes editoriales –y del cómic USA en general- como José Muñoz, Tanino Liberatore o Katsuhiro Otomo, por citar alguno.
Imbuido por el mismo espíritu, “Solo” proponía en cada número un estimulante desafío para autores y lectores: 48 páginas completamente a disposición del autor, usando -o no- a los personajes de la editorial y pudiendo ser ayudados –o no- por terceros en los guiones. La única exigencia era que todas y cada una de las páginas estuviesen dibujadas íntegramente por el titular.
Haciendo gala de una magnifica heterogeneidad, por la serie pasaron viejos zorros de la industria (Howard Chaykyn, Scott Hampton), jóvenes estrellas (Tim Sale, Darwin Cooke), autores de raíces underground (Brendan McCarthy, Paul Pope), interesantes cultivadores del mainstream superheroico (Damion Scott), clásicos vivientes (Richard Corben, Jordi Bernet) y autores de trazo tan particular como irrepetible (Mike Allred, Teddy Kristiansen y Sergio Aragonés). Como sucede en todas las antologías, no todas las historias de cada número se encontraban al mismo nivel, pero al menos siempre había en cada entrega una pequeña gema de narrativa gráfica que compensaba la adquisición del ejemplar: la historia de Pope sobre Robin, la estructura antológica del número de Cooke, las cómicas estampas autobiográficas de Aragonés sobre su carrera profesional, los escalofríos de las páginas de Corben o las versiones de Deadman de Kristiansen y Hiedra Venenosa de Bernet (aunque esta última sea -¿a posta?- la cosa más misógina que servidor ha leído en mucho tiempo) son solo una muestra de las posibilidades del experimento.
Pese a la expectación levantada y a los nombres que se barajaban cara a futuras entregas (entre los que figuraban autores tan apetecibles como Brian Bolland, John Cassaday, Adam Hughes, Kevin Maguire, Bill Sienkiewicz, Walter Simonson, Bruce Timm, George Pratt y Matt Wagner), “Solo” sólo llegó (valga la redundancia) a los doce números, terminando de publicarse en 2006, justo antes de que la serie comenzase a recibir numerosos premios. ¿Habría cantado otro gallo de haber gozado previamente de dicho reconocimiento? Es posible, pero lo más triste es que la desaparición de la serie nos privará de las interesantes posibilidades de ver a autores foráneos haciéndose cargo de personajes DC ¿Cómo hubiese sido “Aves de presa” en manos de Jaime Hernández? ¿Y la JSA por Jiro Taniguchi o Batman de Dupuy y Berberian? Posibilidades que ahora solamente Lucien, el bibliotecario del reino de Sandman, podrá apreciar. Al menos nos quedan doce números que ningún amante de la narrativa gráfica debería dejar pasar.
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