Hellblazer, la adaptación que nunca lo fue
Es curioso ver como algunas ideas se repiten. Plagios, homenajes e imitaciones aparte, a veces parece como si las ideas flotasen en el aire esperando a que alguien las coja y les dé forma, algo que ocasionalmente sucede de forma múltiple. Por lo visto, el teléfono fue inventado a la vez por tres personas diferentes y sin relación entre sí. Graham Bell tuvo solamente la fortuna de ser el primero en registrar la patente.
Toda la parrafada anterior viene al caso de una idea que ronda por la cabeza de un servidor desde hace años: la de las similitudes entre la película “El Corazón del Ángel” (“Angel Heart”, Alan Parker, 1987) y la serie de cómic “Hellblazer”. Para aquellos que no la hayan visto, contar que el film de Parker narra las desventuras del detective privado Harry Angel (Mickey Rourke), que por encargo de un misterioso cliente llamado Louis Cypher (Robert De Niro) se ve implicado en una siniestra y violenta trama relacionada con cultos vudú, magia negra y pactos con el diablo. Además de la sugerente y atmosférica dirección de Parker, sin duda lo más atractivo de la cinta lo supone su singular fusión de los géneros policiaco y terror. Fusión que ha caracterizado las andanzas del John Constantine desde que Alan Moore lo crease como secundario de “La Cosa del Pantano” allá por 1985. La forma en que Moore renovaba entonces los viejos tópicos del género del horror dándoles una vuelta de tuerca no queda muy lejos de la manera en que William Hjortsberg –autor de la novela que dio pie al film de Parker- revisaba el mito de Fausto pasándolo por el tamiz del cine negro. Aunque modelado a imagen y semejanza del cantante Sting, John Constantine tiene más de un punto en común con Harry Angel. No sólo por su vestimenta –camisa, gabardina y aspecto desaseado- sino también por su actitud: ambos no tienen reparo en jugar sucio y hacer malabarismos con el reglamento, compartiendo asimismo un ácido humor negro y la desgraciada cruz de provocar que aquellos que le rodean suelan acabar muy mal por el hecho de haberle conocido. Aunque Constantine no es un detective, sí es una figura en la que se dan cita elementos del género policiaco como su habilidad para los timos y sus frecuentes escarceos con lo peor toda clase de criminales. ¿Les parece rebuscado lo anterior? Pues aún hay más. La caracterización que De Niro luce en el film –barba poblada, larga melena, vistosos anillos adornando sus dedos, traje impecable y aspecto ominoso- recuerdan poderosamente al mismísimo Alan Moore, o al menos al Moore que conocemos a través de fotografías y grabaciones. La creciente actividad de este último como mago le pone en cierta forma a la par con el personaje de Cypher, quien resulta ser… (evitaremos el spoiler). Un parecido puramente casual ciertamente pero muy inquietante.
Aunque Angel y Constantine difieren en un aspecto fundamental: mientras que el primero descubre al final que sólo ha sido un títere, Constantine siempre se ha caracterizado por ser el gran manipulador. Si bien, aceptado el parecido Moore/Cypher, ¿Quién si no podría manipular al gran embaucador más que su propio creador?
Así, y sin tener una verdadera relación –las fechas lo demuestran- la cinta de Parker consigue ser mejor adaptación de “Hellblazer” que el libérrimo film protagonizado por Keanu Reeves. Y no soy el único que lo piensa: Jamie Delano –primer guionista de “Hellbazer”- así lo certificaba en una entrevista a “Dolmen” cuando interrogado sobre la adaptación cinematográfica decía “Siempre he creído que el Mickey Rourke de “El Corazón del Ángel” habría sido un gran Constantine”.
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