Grant Morrison Un canto a la irreverencia
¿Qué se puede esperar de un hombre que asegura que compensó la falta de sexo en su adolescencia comprando cómics compulsivamente? Efectivamente, cualquier cosa. Porque uno nunca sabe por dónde va a salir Grant Morrison. Un guionista especial, polémico, querido y a la vez denostado. No hay otro como él y nunca pasa desapercibido. Mientras que otros como B. Michael Bendis o Geoff Johns pueden alargar una historia hasta ocupar cinco números, Morrison es capaz de contar cinco historias en sólo 22 páginas y todas ellas de gran entidad y con un mensaje de fondo siempre incluido.
En la obra de este escocés nacido en 1960 podemos distinguir tres tipos de trabajos. Sus series personales y creativas, como Los Invisibles, en las que da rienda suelta a su imaginación - y también a sus defectos y locuras-, con algunos de sus sorprendentes conceptos; la reinterpretación y relanzamiento de personajes populares como Los New X-Men o All-Star Superman, donde son menos habituales sus extravagancias; y por último, sus "rara avis", series en las que sus planteamientos son tan rupturistas que se convierten en una odisea para el entendimiento del lector, como su trabajo en We3.
A mediados de los ochenta, después del gran trabajo realizado por Alan Moore, la industria comenzó a contar con otros escritores británicos y, entre ellos, estaba el escocés Grant Morrison. Después de haber trabajado en colecciones minoritarias como el Dr Who Magazine o incluso en la Marvel UK (la filial inglesa de La Casa de las Ideas), a Morrison le llegó la oportunidad de comenzar a despuntar en los Estados Unidos cuando en DC aceptaron su propuesta de encargarse de la colección Animal Man.
Este peculiar superhéroe podía usar las habilidades de cualquier animal: la vista del halcón, la velocidad del puma, etc. Se trataba de una colección y un superhéroe de segunda categoría comparada con las grandes estrellas de DC, como Batman o Superman. Sin embargo, Morrison le dio a la serie una vuelta de tuerca mezclando un mensaje ecologista, el misticismo, la espiritualidad y viajes en el tiempo. Nadie quedó indiferente ante esta grata sorpresa.
Pero si hubo un año clave para el escocés, ése fue 1989. Se encargó de la Patrulla Condenada, aportándole a la colección un enfoque surrealista, tomado por algunos como una muestra de su genialidad y por otros como una excesiva excentricidad. Después, llegaría el necesario punto de inflexión en su carrera, el guión de la aclamada novela gráfica de Batman Arkham Asylum , todo un éxito de ventas. En ella narró el enfrentamiento entre Batman y sus mayores enemigos en el emblemático psiquiátrico, sembrando la duda sobre la cordura del hombre murciélago.
Ya a principios de los 90, Morrison se encargó de varias colecciones junto a su colega Mark Millar , una breve estancia en la revista 2000 AD y la colección fallida por falta de ventas del superhéroe Aztek en DC.
JLA: La puerta al estrellato
La serie de la JLA supuso un punto y aparte en la carrera de Morrison. Hasta entonces era un guionista respetado que había dejado ya para la historia varias muestras de su genialidad, pero que seguía sin ser conocido por el gran público. Tuvo que llegar a la Liga de la Justicia para convertirse en toda una superestrella del género. A partir de entonces, empezó a aparecer (y doce años después lo sigue haciendo) en el Top Ten de los guionistas más populares de la prestigiosa revista Wizard.
Los editores de DC del momento no veían claro el colocar a Superman y Batman en el mismo equipo y debido a esto sucedió la ya muy comentada anécdota en la que Morrison le preguntó a un editor de DC «¿Porqué no pueden aparecer Superman y Batman en la misma colección? ¿Es que a sus agentes les parece mal?».
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