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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"'La vida es estresante, querida. Por eso dicen 'descanse en paz''." Asterios Polyp
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El último disparo

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 21/10/2009
La Atalaya del Vigía

Este mes llega a su conclusión por estos lares una de las mejores series que el cómic USA ha ofrecido durante la última década. Una serie que, con el permiso de Frank Miller y “Sin City”, relanzó todo un género –el policiaco- dentro del mainstream con una trama envolvente y planificada al detalle, unos personajes carismáticos casi dotados de vida propia y unos diálogos ácidos, versátiles e impagables. Todo ello visualizado por un dibujo expresivo, detallado, atractivo y con una capacidad narrativa que hay que verla para creerla.

Hablamos de “100 Balas”, serie creada por Brian Azzarello y Eduardo Risso para la línea Vertigo de DC en 1999. Obra de un escritor desconocido con apenas un par de trabajos para editoriales independientes y un dibujante con una prometedora carrera en su Argentina natal que se adentraba en el cómic yanqui casi por la puerta de atrás, la serie se inscribía en el género “noir” versión postmoderna. Todos los grandes clichés argumentales (el detective, la femme fatale, el matón sádico, el perdedor en busca de venganza, las organizaciones mafiosas, la corrupción del poder, etc) y ambientales (callejones oscuros, mansiones opulentas, garitos de mala muerte, cárceles, coches caros, armas, sicarios trajeados, gabardinas y sombreros) tienen su lugar, pero en ambos casos están utilizados con tal destreza que es casi como los viéramos por primera vez. La serie se inicia mediante una suerte de historias a priori sin conexión más allá de su temática común: personajes a los que la fortuna ha dado la espalda y a los que se les da la oportunidad de vengarse del responsable de sus miserias sin padecer consecuencia alguna. Usando al agente Graves y a su maletín de 100 balas irrastreables a modo de deux ex machina, “100 Balas” narra historias morales que calan hondo por el gran trabajo a la hora de crear personajes y sus motivaciones, que el lector percibe como próximos y reales aunque jamás haya conocido a nadie similar.

Es a medida que está historias trascurren que una madeja narrativa se va desplegando en segundo plano, permitiendo al lector degustar una compleja trama de conspiraciones, secretos, ambición, poder y violencia relacionada con el Trust -una poderosa organización que ejerce el poder absoluto desde las sombras-, los Milicianos -un grupo de mercenarios encargado de controlar a la primera- y lo que sucede cuando ambas chocan de frente. Una trama que ahora que vemos concluida se caracteriza por el milimétrico ritmo a la hora de ir desvelándose y por su coherencia, pese a algún pequeño cabo suelto. No obstante, son los personajes como el siempre brutal Lono, la manipuladora Megan Dietrich, el melancólico Wylie o la novata Dizzy Cordova lo que atrae al lector a cada número como si fuese un imán.

Risso aporta unos personajes ricos en detalles y expresividad, pero su verdadero fuerte está en la ambientación: su uso de las luces y sombras, su versatilidad a la hora de planificar narrativamente cada página y su habilidad para sacar partido a la profundidad de campo y la narración secundaria son superlativas. Basta con coger cualquier número y abrirlo al azar para encontrarnos con al menos una pirueta narrativa que llame nuestra atención.

Podríamos hablar de la versátil paleta de colores de Patricia Mullvihil y como potencia los contenidos de Azzarello o de las lujosas portadas de Dave Johnson, pero sería tan superfluo como en realidad lo es todo este texto para lo que quiere realmente expresar: ¡Compraos esta puñetera serie de una vez, que ahora sí que no hay excusas que valgan!


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