Empezando con mal pie
Hace poco saltaba a la palestra la noticia de la creación de DC Entertainment Inc, una nueva plataforma empresarial con la que Warner busca sacar un mayor partido a sus propiedades de cómic en otros medios –especialmente el cine- en respuesta a la alianza Disney/Marvel. Todos los planes de producción cinematográficos basados en personajes de DC fueron convenientemente revisados y/o desempolvados conforme al nuevo orden. Cuál es mi sorpresa cuando revisando los datos de dichas producciones me encuentro hasta cinco veces el nombre de Akiva Goldsman. ¿Y quién es Akiva Goldsman? Pues posiblemente la persona que más alejada debería estar del asunto si realmente se espera algo verdaderamente bueno del mismo.
Oscarizado productor y guionista, Goldsman se caracteriza por imprimir a sus producciones un estilo insípido, amuermado, sensiblero y políticamente correcto, especializado en fabricar blockbusters anodinos de rápido consumo generalizado y aún más rápido olvido, dando la espalda a las señas de la fuente original si ello le impide llegar a cuantas más carteras del público mejor. Sus adaptaciones de obras de John Grisham -“El Cliente” (1994), “Tiempo de Matar” (1996)- y Dan Brown -“El Código Da Vinci” (2006), “Ángeles y Demonios” (2009)- son el mejor ejemplo de su política de telefilme de gran presupuesto cargado de emociones prefabricadas y falto de trasgresión y/o inventiva.
En materia de cómics, él fue uno de los máximos responsables de la defenestración del Batman cinematográfico, con sus guiones para “Batman Forever” (1995) con Joker 2 -el Enigma de Jim Carrey- y Joker 3 –el Dos Caras de Tommy Lee Jones- y esa vergüenza ajena llamada “Batman & Robin” (1997), remake ¿involuntario? de la antigua serie protagonizada por Adam West con 120 millones de dólares de presupuesto. Fueron necesarios ocho años en barbecho, Christopher Nolan y un reseteo total para que Bruce Wayne volviese a levantar cabeza. No contento con ello, trasformo “Hellblazer” en una suerte de cruce políticamente correcto entre “El Sexto Sentido” (1999) y “Buffy Cazavampiros” (1997-2003), americanizando a John Constantine y enchufándole una metralleta sagrada (sic) y reescribió de arriba abajo el guión de “Hancock” (2008), cuya primera versión, violenta, desagradable e incorrecta quedó reducida a un soso espectáculo para todas las edades. No hablemos ya de “Yo Robot” (2004) y las injerencias creativas denunciadas por Alex Proyas referidas los productores –encabezados por, ¿adivinan quién? ¡Sí!- o el vergonzante “happy end” de “Soy Leyenda” (2007). Incluso llego a trabajar en un posible proyecto “Superman/Batman” que, visto lo visto, se agradece nunca viese la luz.
El caso es que pese a dicho currículum –que no obstante, siendo ecuánimes, incluye las divertidas y frenéticas “Deep Blue Sea” (1999) y “Señor y Señora Smith” (2005) así como la sólida “Cinderella Man” (2004)- el señor Goldsman figura en calidad de productor y/o guionista (acreditado o no) de proyectos como “Jonah Hex”, “The Losers”, “Lobo” (que ya se anuncia como tolerada para menores), una nueva versión de “Swamp Thing” (sudores fríos me entran al oírle decir que piensa basarse en la etapa de Alan Moore) o “Jóvenes Titanes”. ¿Por qué? Porque DC Entertainment es una empresa cuyo principal objetivo es el mayor beneficio económico y Goldsman, para bien o para mal, sabe cómo lograrlo aun a costa de la calidad y la fidelidad. Qué pena que no entiendan que se puede lograr lo primero sin renunciar necesariamente a lo segundo.
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