Dave McKean No sólo de cómic vive el hombre
AVISO: Este texto fue publicado en nuestra Edición Impresa en el número de Diciembre
Algunos de estos referentes se dejan ver en las obras del autor. Ocurre de una manera muy explícita con su premiado Cages (1998), cuya introducción firma
Terry Gilliam, ex Monty Python. Un sentido del humor este que sintoniza, en gran medida, con el del escritor y guionista Neil Gaiman, cuyas carreras en el mundo del cómic -la de Gaiman y la de McKean- han estado ligadas, desde finales de los ochenta y entre sí, al nacimiento de la línea Vértigo -dentro de la editorial DC-. Casos violentos (1987) y Orquídea negra (1988) fueron la avanzadilla. Gaiman escribía y McKean dibujaba. Después llegó The Sandman (1989), la serie que los convertiría a ambos en dos celebridades del mundo del cómic y que cosecharía, a lo largo de sus diez años de publicación, múltiples premios – es el único cómic que ha ganado el World Fantasy Award- y el reconocimiento de la crítica.
McKean y Gaiman han unido sus talentos en muchos otros proyectos. En los cómics Señal y ruido (1992) o Mr. Punch (1994) y en los cuentos para niños El día que cambié a mi padre por dos peces de colores (1998) y Los lobos de la pared (2003). Esta fructífera relación, que dura hasta nuestros días, se explica echando la mirada atrás: “Neil y yo nos encontramos cuando ambos teníamos veinte años. Yo estaba en la universidad y él trabajaba como periodista. Crecimos juntos”. A pesar de que ambos han trabajado con otros y en solitario, la especial sintonía entre estos dos artistas se entiende, según McKean, “gracias a que ambos tenemos unas vidas artísticas muy sanas por separado, por lo que no tenemos la necesidad de trabajar juntos. No somos un equipo cerrado, todo lo contrario. Nos juntamos cuando surge un proyecto que a ambos nos resulta interesante, que vemos que nos va a divertir”.
Proyectos audiovisuales
En el año 2005, Dave McKean se metió, junto a Neil Gaiman, en la aventura de dirigir un largometraje producido por la compañía Jim Henson. El título, Mirrormask, ya adelantaba una temática fantástica, incluso metafórica, en la línea de sus anteriores trabajos con Gaiman. Él tilda esta faceta –la suya como director de cine- de anecdótica. “Esa no es vida para mí”, dice. Porque, si de libertad creativa se trata, él confiesa que es haciendo cortometrajes cuando se ha sentido “completamente libre”. Mirrormask, sin embargo, fue para él “una absoluta tortura” a la que no volvería jamás. No obstante, y a pesar de esta experiencia, McKean se ha embarcado en un proyecto cinematográfico -más modesto- del que es responsable tanto del guión como de la dirección. Su nombre, proveniente del latín, es Luna, un drama que cuenta la historia de dos parejas que pasan un fin de semana juntos. “Una de las parejas perdió su bebé dos años antes y esta es la primera vez que salen desde entonces. Todavía se sienten heridos. La vida de la criatura ha quedado atrapada en una serie de sueños extraños -que serán las dos secuencias de animación de la cinta. La primera narrará la vida del niño y la segunda la muerte de ese niño, ya anciano-. La idea de este fin de semana representa ese momento a partir del cual los padres se permiten seguir viviendo tras dejar morir, simbólicamente, a la criatura”, cuenta McKean. Habla orgulloso de su futura película, pero nada que ver con cómo se le ilumina la cara cuando sale en la conversación la versión animada de su obra predilecta. “Una productora holandesa está interesada en hacer Cages como una película animada y me gustaría que eso pasara. Tendré que abordar de nuevo la historia, cambiar algunas cosas, pero es mi criatura y, en esencia, estoy muy contento con la posibilidad”.El proyecto parece estar todavía en fase de negociación. McKean sonríe: “Me gustaría mucho llevarla a cabo”.
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