Dave McKean No sólo de cómic vive el hombre
AVISO: Este texto fue publicado en nuestra Edición Impresa en el número de Diciembre
Dibujante, cuentista, ilustrador…
Si existe un concepto que te atrapa al pensar en la obra de Dave McKean ese es el de libertad –creativa-. Para él “el cómic puede serlo todo, cualquier cosa”. Se muestra encantado de que las nuevas generaciones que están llegando al mundo del cómic lo estén haciendo sin prejuicios y sin atender a las demandas de la industria. “Creo que la clave está en encontrar la técnica adecuada para cada historia, que en cómic puede ser cualquiera –escultura, fotografía, ilustración…-. Me gustaría que hubiera más libertad para experimentar y celebro la venida de esta generación tan fresca”, apunta McKean. Considera importante que los ilustradores aprendan a escribir. No tiene que ver con la pretensión de ser un gran novelista, sino con poner en orden las ideas. “Construir narrativas es muy importante para estructurar ideas y crear imágenes. El elemento narrativo es esencial para un ilustrador”.
Tres de sus grandes influencias en el dibujo le delatan: Egon Schiele, Lorenzo Mattotti y Jim Dine. Carne, expresionismo y color, pero desde la experiencia personal. “La idea de la propia obra como autorretrato es interesante”, dice a propósito de la obra de Schiele. “No soy bueno escribiendo historias que documentan la vida de otros, es por esto que utilizo mi propia vida. Mis hijos, por ejemplo, me sirven como inspiración, pero lo que encuentro observándoles es algo simbólico, algo pequeño que llama mi atención. Es de ese momento, de ese descubrimiento de donde surge la historia con la que otros pueden identificarse”. Entramos así en el terreno de la ficción, un escenario que McKean cree tremendamente necesario como lugar donde tratar los aspectos peligrosos de la existencia “porque es seguro, y porque creo que es importante crecer sabiendo de la oscuridad”. Aboga por las historias para niños -y no tan niños- sin edulcorantes ¿El cuento como instrumento moral? “La ficción puede ser un excelente escenario donde construir tu propia moral. No creo que la moral provenga de las enseñanzas religiosas, pero si creo que han de extraerse valores del día a día. Este es un trabajo individual, no proviene de un libro, ni de una religión. Nos recreamos nosotros mismos”. ¿Y qué piensa el dibujante de Batman: Arkham Asylum (1989) del poder del superhéroe hoy y su influencia en otros medios, como el cine? “Intento no pensar en ello”, comenta un tanto airado. “No me gustan los cómics de superhéroes que se hacen ahora. No he ido a ver ninguna de las películas que se han estrenado estos últimos años. No les veo sentido [a los superhéroes], ni como herramienta para incentivar fantasías juveniles sobre el poder, ni como vehículo del imperialismo americano o del vigilantismo. Odio todo lo relacionado con ello, de verdad. Es una realidad que con el cine digital ahora pueden representarse los superhéroes muy bien en pantalla, pero en cinco o diez años, ya no estarán. Habrá otra cosa”, sentencia McKean.
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