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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"Reed es tan listo que sabe matarnos dos veces en cinco minutos" Johny Storm/ Ultimate 4 Fantásticos #6
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El personaje, el creador y todos los demás

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 03/02/2010
La Atalaya del Vigía

A diferencia de lo que sucede en el cómic europeo o japonés, el cómic USA, al menos en su versión más comercial, se caracteriza por la rotación de sus equipos creativos de manera más o menos regular. Ello da pie a las siempre odiosas pero siempre ineludibles comparaciones entre las diferentes etapas. Y raíz de ello surge una impresión curiosa: en numerosas ocasiones, aquellos que han propiciado la mejor época de un personaje y/o título no son sus creadores y lo que se consideran elementos indisociables del mismo y su historia son en realidad adicciones con las que los autores originales no tuvieron nada que ver.

Empezando por los inicios, tanto el Superman de Jerry Siegel y Joel Shuster como el Batman de Bill Finger y Bob Kane presentan numerosas diferencias respecto a lo que se considera la versión canónica. El Superman de “Action Comics” nº 1 lucia una S en su pecho de forma y color diferentes, no volaba –saltaba “alto”, a lo Hulk- y la kriptonita era algo inexistente, mientras que aquel primer Bruce Wayne portaba una pistola que no dudaba en utilizar contra el malhechor de turno, anatema para el personaje que conocemos.

Podríamos pasarnos así todo el día citando casos los de aquel horrible traje original de Daredevil o las numerosas diferencias argumentales y estéticas entre los Flash y Green Lantern de la Edad de Oro y la de Plata, pero nos quedaríamos en la mera superficie del tema sin hablar de la definición de personajes. Dennis O´Neil convirtió sus retratos de Batman y Question en el rasero por el que se han medido todas las aportaciones posteriores, independientemente a la labor de gente como Jerry Robinson, Dick Sprang o Steve Ditko. Frank Miller y Walter Simonson lograron lo que la inmensa mayoría considera el retrato definitivo de Daredevil y Thor respectivamente, aunque ambas series existían desde hace más de dos décadas. Por no mencionar a Chris Claremont, verdadero motor y fuerza creativa de los X-Men pese todo el trabajo anterior a su llegada. Basta con ver las adaptaciones cinematográficas de los mutantes para ver cómo la huella que allí se siente es la de este último y no la de los acreditados Stan Lee y Jack Kirby. Incluso existen autores que han “reseteado” sus propios trabajos con gran resultado -caso de Keith Giffen con Lobo o Doug Moench y el Caballero Luna- de manera que apenas se recuerdan aquellas primeras historias y lo diferentes que eran.

Esto lleva a plantearse preguntas con un deje ligeramente incómodo, tales como ¿Se merece realmente el creador los vítores por algo que en realidad no es obra suya? ¿Qué hay del siempre candente asunto de los derechos y los royalties para los autores que trabajan sobre la creación de otro dándole un éxito que originalmente no tenían? Es legal sí, pero ¿Es justo? Claro que por otro lado ¿Serian las historias de esos nuevos autores igual de buenas sin el trabajo previo sobre el que se asientan? Espinoso tema sin duda pero sobre el que el lector debería reflexionar a la hora de valorar verdaderamente la carrera de tal o cual autor.


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