Capitán Britania y el MI-13 nº 3 La espada enfundada
Capitán Britania y el MI-13 nº 3 EE.UU - 2009 Guionista:Paul Cornell Dibujante:Leonard Kirk
Editorial:Panini -
176 páginas - color
Precio:11,25
Un renacido Dracula prepara su ataque contra Gran Bretaña, a la que junto a sus esbirros pretende convertir en una nación vampírica. El MI-13 se convierte en la única defensa pero ¿pueden confiar en todos sus miembros?
Ya desde aquella primera miniserie dedicada a Peter Wisdom, la cual vendría a ser el preludio de la actual cabecera, el guionista Paul Cornell (procedente de series televisivas como la renovada “Dr. Who”) se convirtió en un nombre a seguir por sus ideas imaginativas, el carisma de sus personajes y un ritmo que combina a la perfección la acción y el humor con el drama y el suspense. Contando con los lápices del siempre solvente Leonard Kirk, “Capitán Britania y el MI-13” empezó siendo una suerte de cajón desastre para mantener en activo a personajes en horas bajas –los citados Capitán Britania y Peter Wisdom, el Caballero Negro y Blade- que el guionista aprovecho para crear su propio patio trasero dentro de la editorial. Un rincón en el que jugar tanto con sus propias ideas como con las herramientas que le proporciona la vasta continuidad de la editorial.
Así, este tomo recupera elementos ni más ni menos que de “La Tumba de Dracula” de Marv Wolfman y Gene Colan aprovechando la presencia tanto del líder vampiro como de Blade a la vez que ata varios cabos sueltos de la última serie de “Excalibur” referidos al Capitán Britania y Meggan, soluciona meteduras de pata de otros guionistas como el “otro” Caballero Negro visto en “Pantera Negra” y logra insertar la historia dentro del actual “Reinado Oscuro” con la fugaz pero decisiva presencia del Dr. Muerte. Todo ello sin dejar de narrar una trama llena de ideas geniales -ese castillo lunar de los vampiros-, giros argumentales inesperados y grandes escenas de acción a la vez que cierra la serie como un todo compacto.
Un trabajo más que notable que por desgracia no ha conseguido el respaldo necesario para garantizar su continuidad -¿Demasiado británico para el mercado USA?- y que llega a su final con la incómoda sensación de que podría haber dado mucho, muchísimo, más de sí de haber podido continuar. Conviene pues que los lectores –tanto aquellos que la seguían como los que erróneamente la dejaron pasar- se la tomen como una potente maxiserie y crucen los dedos para que, más tarde o más temprano, el guionista pueda retomar a sus personajes.
|
|
|