Liniers Costumbrismo y delirios desde Buenos Aires.
Un artículo de
Pedro Kat
-
Introducido
el 09/06/2008
En España, Internet te ha hecho mucho bien.
La verdad es que sí. Entre mi blog y algunos lectores que suben mis tiras me conocieron bastante antes de empezar a publicar mis recopilaciones aquí. He tenido una suerte generacional. Somos la primera generación que tenemos acceso a abrir blogs, y en el momento en que se pone de moda, ¡brum!, explota y nos pilla a todos. Cuando Maitena comenzó hace diez años todavía no existía ese medio. Aunque ahora hay cosas de Maitena en Internet, está claro, pero el momento de la explosión nos cogió a nosotros. No me voy a quejar (risas).
Comentabas antes que empezaste publicando fanzines. ¿Crees que es la manera idónea de comenzar en este mundo?
Totalmente. Lo bueno del fanzine es que no solo aprendes la parte del dibujo, sino también a integrar eso es un cómic y conseguir una calidad. Tienes que conseguir sacar lo mejor que puedas, gastando el menor dinero posible. Es un aprendizaje como dibujante, pero también como editor, que es igual de importante. Aprendí un montón de cosas sobre hacer libros que después me serían muy útiles. Ni que decir que será el único momento en tu vida en que tendrás libertad absoluta para hacer lo que quieras, porque no se volverá a repetir en tu vida profesional. Si quieres dibujar así o asá, si quieres putear al Papa, a Dios o a la Santa Virgen, no hay nadie que te vaya a decir nada.
¿Qué influencias crees que tiene tu obra?
Muchas. No solo dibujantes: cine, música... Todo lo que me conmueve de alguna manera, me entusiasma, me hace reir... La lista arranca en Quino, que fue lo primero que yo leí como buen argentino, y de ahí todo lo que he ido viendo, como la ensaladera que soy, ha sido una influencia. Generalmente, si homenajeo algo trato de hacerlo lo más claramente posible, para dejar ver que no estoy robando nada. Pero tengo muchas influencias, y me gusta.
¿Seguirás publicando obras largas, como Conejo de Viaje?
Yo tengo la ilusión de madurar algún día y hacer una novela gráfica como el resto de autores. En Argentina publico una página todos los meses en una revista. Es una historia que continúa, y que espero sea una novela gráfica larga. Lo único malo es el tiempo: es una revista mensual, de modo que la novela se fragua a doce páginas por año. Todavía le queda. Se llama Posters, y es otro delirio con forma de cadáver exquisito: cada vez que lo tengo que dibujar, me leo la página anterior para ver como acabó y la sigo. Es muy caótica pero muy divertida.
¿Cuáles son tus planes de futuro?
Tengo dos proyectos en marcha, pero acabo de tener una hija, Matilda, y no puedo. Ahora he comenzado a hacer cubiertas de discos, carteles de películas... Los Macanudos seguirán saliendo, y ahora hemos montado una pequeña editorial en Buenos Aires, para publicar nosotros mismos algunos libros de arte.
¿Y tu hija, influirá en tu trabajo?
Todo seguirá igual, o eso espero. Quizá ella haga algo y yo, como buen papá, lo dibujaré. “Miren lo que hizo Matilda...”. Para mí, Macanudo es una tira muy personal, muy cerca mía, y cambiará todo lo que yo mismo cambie. Seguro que Matilda la va a influenciar. Pero trabajando haré lo mismo, los mismos cuadrados y contando lo que me parece gracioso.
Muchísimas gracias por tu tiempo, mucha suerte en el futuro... y felicidades por el feliz nacimiento.
A vosotros.
Liniers nos dedica un dibujo antes de retirarse hacia una sesión de firmas en el Salón del Cómic. Por ahora, la editorial Mondadori ha editado en España dos volúmenes recopilatorios de Macanudo (12 euros), y el mencionado Conejo de Viaje (18 euros) en cuidadas ediciones que sorprenderán a cualquier lector.
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