¿De qué viven los superhéroes?
La crisis puede hasta con los superhéroes. Así lo debe pensar Mark Waid con el anuncio de una futura historia en la que Spiderman debe lidiar con la situación de quedarse desempleado. No es la primera vez que vemos a Peter Parker en apuros laborales y/o económicos. De hecho eso es casi una parte indisociable del personaje –como captó Sam Raimi en sus films-, pero ello da qué pensar sobre cómo los superhéroes se defienden en el plano laboral. Después de todo si dichos personajes han sido usados para hablar de temas tan mundanos y realistas como la política, las drogas, la violencia de género, el racismo o las relaciones de pareja, ¿por qué la situación económica iba a ser menos?
Si el género de los superhéroes busca acercar a la realidad lo puramente fantástico –y más desde los años 80 con revisiones como la de Alan Moore en “Watchmen”- lo cierto es que un tema tan terrenal como que el protagonista tenga –o no tenga- una ocupación laboral ofrece unas posibilidades que pocas veces han sido aprovechadas debidamente. Vale que lo que se le pide al género es épica, proezas imposibles, enfrentamientos espectaculares, etc y no digresiones sobre la clase trabajadora a lo Ken Loach, pero es un tema con tantas posibilidades argumentales como potencial para la incongruencia.
Algunos personajes como Iron Man y Batman nacen con la vida resuelta por decirlo de algún modo, gracias a un apoyo económico que les permite no tener que preocuparse por una nómina a fin de mes y despilfarrar recursos en sus proezas superheroicas sin preocuparse por los acreedores. De hecho Bruce Wayne nunca ha tenido verdadera necesidad de velar de sus finanzas desde la creación de Lucius Fox. Otros ostentan cargos políticos importantes –Wonder Woman, Namor- con sus consiguientes prebendas y algunos han conseguido unir su estatus profesional y heroico como es el caso de los 4 Fantásticos –gracias a las patentes desarrolladas por Reed Richards en sus aventuras-, Punisher –quien se financia con el dinero sucio que roba a su victimas- o Luke Cage, el primero en cobrar por sus servicios –proporcionalmente a cada cliente, eso sí-. Sin embargo otros casos son más bien contradictorios: ¿De dónde saca Charles Xavier los fondos para su escuela de Jóvenes Talentos? ¿Cotizan Cíclope y compañía por su labor docente? Los Vengadores han sido financiados bien por el gobierno bien por Tony Stark pero ¿Y la JLA? Esa base lunar no tiene pinta de ser precisamente barata. Los miembros de Authority son autosuficientes gracias a su transporte alienígena. En cambio ¿Cobran los Green Lantern Corps por patrullar la galaxia? El premio al héroe más currante sin duda es para el Caballero Luna, pluriempleado como superhéroe, magnate industrial, mercenario/espía y taxista todo a la vez.
Si el párrafo anterior parece un desvarío es porque lo es. Un desvarío necesario sin embargo para resaltar que es una pena que algunos autores lleguen a extremos obsesivos para dotar de realismo a sus personajes en ciertos aspectos y dejen de lado otros sin reparar apenas en ellos. Máxime cuando las posibilidades que se desprenden son de lo más jugosas. Así lo demostraron Jan y Francisco Pérez Navarro en aquella mítica historia en la que Superlopez y los miembros del supergrupo se las ven y se las desean para que el director del banco de los superhéroes (hilarante parodia del Thor de Marvel) les conceda un préstamo. De lo contrario siempre se puede uno convertir en blanco de chiste fácil como Tintín, el reportero de fama mundial (¿?) al que jamás se ha visto escribiendo un solo artículo.
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