¿Qué fue de Fernando De Felipe?
Revisar tu colección de cómics puede ser una experiencia curiosa. Similar a un viaje en el tiempo, ver de nuevo tal o cual título provoca episodios nostálgicos, referidos no sólo a la peripecia personal relativa a la adquisición de dicho título, sino a los gustos y consideraciones que como lector uno tenía en épocas pasadas.
Esto viene a cuento de que ojear de nuevo varios títulos de Fernando de Felipe ha hecho reverdecer la fascinación que servidor tenía por este autor de origen aragonés. Licenciado en Bellas Artes y tras un periodo de rodaje en fanzines, de Felipe se inició profesionalmente en el cómic en la emblemática editorial Toutain con “Nacido Salvaje” (1989), antología de historias cortas relacionadas con la guerra de Vietnam guionizadas junto a Óscar Aibar. Ya en este primer trabajo, en relatos como “The End” –inspirado en una canción de The Doors y con referencias a “Creepy”- presentaba las que iban a ser algunas constantes de su obra: argumentos cargados de intensidad, un trazo potente y expresivo, experimentación narrativa, trabajado trasfondo referencial –lazos con el cine, música, literatura, etc- y una concepción cerebral del proceso creativo. Características repetidas en su siguientes trabajos: “ADN” (1990) y “S.O.U.L” (1991) pertenecientes a la ciencia ficción y donde su gusto por los juegos narrativos se agudizaban aún más, especialmente en este último.
“El Hombre que Ríe” (1992), personal adaptación de tonos operísticos de una novela de Victor Hugo, supuso su consagración como autor completo, realizando el que para muchos es su mejor trabajo y donde el uso de referencias pictóricas es notable –incluido en el cuadernillo de "Wocetos" que se distribuyo como regalo junto al comic-. A estas alturas, de Felipe se había instituido como uno de los nombres punteros del cómic a nivel nacional que asimismo comenzaba a sonar en el extranjero, siendo publicado en mercados tan importantes como Francia, Italia o incluso EE.UU –vía la mítica “Heavy Metal”-. Tras la desaparición de Toutain, Glenat se hizo cargo de sus siguientes obras, esperadas por crítica y público con expectación: “Marketing & Utopía” (1993) y “Museum” (1994) reincidían en el modelo de antología para realizar historias cargadas de experimentación secuencial y una mirada crítica a la sociedad y cultura actuales, algunas tan brutales como “Oedipus” y su visión de la violencia de los medios y la infancia que el propio autor adaptaría en un cortometraje. En 1995 inició “Black Deker”, relato de acción futurista sobre un grupo de mercenarios que remontan un rio en la frontera de Texas para rescatar a un prisionero de guerra. Pese a ser su creación más ambiciosa, de Felipe nunca acabó de estar contento con el resultado y, posiblemente debido a ello, solo dos -“Deep South Story” (1995) y “Yellow Moon” 1997)- de las tres entregas previstas llegaron a ver la luz.
Ese fue el fin, ya que pese a reiterar sus intenciones de concluir “Black Deker” y anunciar una versión en viñetas de “Macbeth” (sic), Fernando de Felipe jamás ha vuelto a publicar una sola viñeta. Volcado en el cine, sus siguientes trabajos llegaron en forma de libros –a no perderse su magnífico volumen sobre los hermanos Coen-, guiones cinematográficos –“Darkness” (Jaume Balagueró, 2002), “Palabras Encadenadas” (Laura Maña, 2003)- y un cargo como profesor de la Universidad Ramon Llull de Barcelona entre otras cosas que parecen haberle alejado definitivamente del comic. Sin noticias suyas pertenecientes al mundillo desde hace 13 años, sólo cabe preguntarse: ¿No va siendo hora de que vuelva? Nos lo debe Sr. de Felipe. Aunque solo sea para concluir “Black Deker” como Dios manda.
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