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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"¿Quieres conocer el secreto del mundo? Es éste: Sálvelo, y se le recompensará cada segundo de cada día." Agente Brass / Planetary #5
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Mujeres del comic-book

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 26/05/2010
La Atalaya del Vigía

Hace relativamente poco, Kathryn Bigelow se convertía en la primera realizadora galardonada con un Oscar. Resulta curioso que, salvo por Guillermo Cabrera Infante y cuatro o cinco cinéfilos resabiados, todos alabasen como novedad su talento tras la cámara cuando éste ya estaba fuera de toda duda desde los años 80. Llevando la situación al área de los cómics, se siente una sensación parecida cuando uno se pone a repasar nombres y los femeninos aparecen tarde, mal y nunca pese a existir motivos probados para lo contrario.

Cierto que el cómic en general y el omnipresente género de los superhéroes en particular tienen como principal target al público adolescente masculino. Este enfoque choca a priori con lo que demandan los gustos de una mente femenina, cosa que a su vez hace que el cómic suela ser una vía poco común para dar salida a sus inquietudes artísticas. Un panorama un tanto estéril debido a la falta de puntos de interés en común entre las mujeres y las corrientes mayoritarias del medio.

Sin embargo, a finales de los 70 y principios de los 80 el medio comenzó a cambiar, a expandir sus horizontes y temáticas, a adoptar contenidos ajenos y públicos de más edades. Ya fuese en circuitos minoritarios (Wendy Pini con “Elfquest”) o directamente en el plano del mainstream, las mujeres comenzaron a reclamar su voz dentro del cómic yanqui. Louise Simonson, llevando títulos como “X-Factor” y “Los Nuevos Mutantes” a cotas que Chris Claremont no pudo o no supo alcanzar y Ann Nocenti creando a Longshot –aunque todo el mérito suela llevárselo Arthur Adams- y elaborando una de las mejores etapas de “Daredevil” jamás realizadas demostraron que los superhéroes no eran sólo cosa de chicos. Especial mérito reviste el trabajo de Nocenti sobre el superhéroe ciego, donde los disfraces y superpoderes pasaban a un segundo plano frente al maduro juego emocional de los personajes y las puyas críticas sobre temas como el ecologismo, el ejército, la corrupción del sistema, la miseria o la violencia callejera, dando pie a lecturas que iban más allá del simple entretenimiento fácil.
Llegados los 90 la presencia de ambas autoras fue desgraciadamente diluyéndose, pero la semilla plantada por ellas había germinado en nombres como los de Devin Grayson (“Jóvenes Titanes”), Gail Simone (“Los Seis Secretos”, “Wonder Woman”) o Caitlin R. Kiernan (“The Dreaming”). Competentes narradoras capaces de dotar de una voz propia a sus historias. Dibujantes como Amanda Conner (“Power Girl”), Colleen Doran (“Una Tierra Lejana”), Pia Guerra (“Y, El Último Hombre”) Jill Thompson ("The Sandman”) o más recientemente la española Emma Rios (“Extraño”) aportan una sensibilidad gráfica notable –especialmente en el caso de Conner- que merecería ser tenida más en cuenta. De hecho, si aceptamos que la línea Vértigo es una de las mejores –sino la mejor- iniciativas del cómic USA de las últimas dos décadas, habría que hacer notar que en última instancia el culpable tiene nombre de mujer: la editora Karen Berger, descubridora y/o impulsora de talentos como Neil Gaiman, Garth Ennis, Peter Milligan, Grant Morrison

Como se puede ver, la cuestión de porqué las mujeres no tienen una mayor presencia en el mundo del cómic no obedece a la falta de talento. Sólo al desinterés de un medio por un colectivo con mucho que aportar y al que no se le tiende la mano. No por recelo, sino por falta de costumbre. Rabia da pensar en la cantidad de buenas historias y espléndidos dibujos que se están perdiendo sólo por pensar –nosotros y ellas- que el cómic es algo de chicos. Como decíamos al principio, el cine ha demostrado recientemente lo triste que es ver un gran talento desperdiciarse sólo porque no se le ha planteado ni siquiera la oportunidad. El cómic debería tomar nota y aplicarse el cuento.


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