Mucho más que 30 Días
En una época donde la creatividad parece cada vez más un bien escaso debido a la avalancha de reciclaje de argumentos, una buena idea siempre valdrá su peso en oro. Un buen ejemplo de ello es 30 Días de Noche, que a partir de una idea tan sencilla como efectiva, ha sabido crear larga y exitosa una franquicia cuyas ramificaciones se extienden por varios medios.
Aunque a la vista de los resultados actuales cuesta creerlo, 30 Días de Noche tiene su origen como un proyecto fracasado. El guionista Steve Niles llevaba casi una década de discreta carrera dedicándose a realizar adaptaciones al comic de la obra de prestigiosos autores de terror como Richard Matheson y Clive Barker cuando escribió un guión cinematográfico que revitalizaba el género de los vampiros gracias a una ambientación tan insólita como apropiada: el feroz invierno de Barrow (Alaska), donde el sol no llega a salir durante un mes, convirtiendo a la ciudad y sus habitantes en un bufet libre para un grupo de voraces vampiros.
Por suerte ninguna productora aceptó el proyecto y poco después Niles reciclo su guión en forma de miniserie, dibujada por el desconocido Ben Templesmith con un impactante estilo gráfico que combinaba el trazo esquemático con el uso texturas. Y decimos por suerte porque la miniserie, lanzada sin apenas publicidad, pronto se convirtió en un fenómeno gracias al boca a boca entre los aficionados, atraídos por su ocurrente premisa, su llamativa estética y un tratamiento que devolvía sin medias tintas a los vampiros su condición de personajes terroríficos.
30 Días de Noche supuso no solo el encumbramiento de sus autores, sino también el gran impulso que permitió a su recién creada editorial (IDW) consolidarse como una compañía a tener en cuenta y revitalizo el algo aletargado género del comic de terror. Pero lo más sorprendente es que aquella sencilla premisa, que parecía agotarse sobre sí misma, ha dado pie a una larga sucesión de miniseries que han sabido esquivar dentro de lo posible la repetición argumental y han creado toda una mitología terrorífica fácilmente adaptable a otro tipo de tramas y entornos. Así, bajo el título 30 Días de Noche hemos visto el desarrollo de personajes como agente Stella Ollemaun o el cazavampiros John Ikos, historias ambientadas en la IIª Guerra Mundial, los callejones de Los Angeles o el espacio exterior y la aportación de autores como Bill Sienkiewicz, David Lapham o Sam Kieth. Incluso disfrutó de un recomendable crossover con los Mulder y Scully de la televisiva Expediente X.
El éxito de la franquicia pronto captó la atención de aquellas productoras que inicialmente la habían rechazado, conociendo una adaptación cinematográfica que por suerte respetaba el inquietante y brutal tono de la obra original e incluso una secuela lanzada directamente al mercado domestico de resultados más discretos pero no desdeñables. El propio Niles participó en los guiones de ambas así como en la escritura de varias novelas que profundizaban en la mitología vampírica de la saga.
Convertida ya en una marca de éxito, recientemente 30 Días de Noche ha pasado a convertirse en una serie abierta a cargo del propio Niles, cuya primera saga acaba de editarse en España. Algo inevitable dados los réditos económicos de tal maniobra pero que, a la larga, quizás podría perjudicar a una creación que ha sabido reinventarse y ofrecer nuevos elementos a cada capítulo. Claro que, si Robert Kirman ha podido escribir una serie de zombies durante casi cien entregas y mantener fresco el interés de los primeros números ¿Por qué no iba Niles a poder hacer lo mismo? A priori sus monstruos le dan mucho más juego.
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