Último adiós a Joe Kubert
Este pasado 12 de Agosto fallecía a la edad de 85 años Joe Kubert, posiblemente uno de los dibujantes con una trayectoria más larga, sólida y prolífica del cómic USA. Con su muerte perdemos a un autor que pese a su avanzada edad continuaba al pié del cañón, regalándonos trabajos que nada tenían que envidiar a los de su mejor época. Un ilustrador que, gracias a su labor docente, es responsable de la aparición de algunos de los dibujantes más interesantes del cómic norteamericano de las últimas tres décadas.
Nacido en 1926 en el seno de una familia judía procedente de Polonia, cuenta la leyenda que Joe Kubert empezó el mundo del cómic con solo 12 años, ejerciendo como asistente en la editorial MLJ Studios (predecesora de Archie Comics) y publicándo su primer trabajo profesional a los 16. Durante los años 40 y primeros 50, Kubert fogueó sus habilidades en editoriales como Harvey comics, EC Comics y St. Johns Publications. En esta última publicó los primeros comics en 3D de los que se tiene constancia (Three Dimensions Comic 1, protagonizado por Superratón) y creó a su primer gran personaje: Tor. Ambientadas en una indeterminada época prehistórica, Kubert continuaría las aventuras de este primitivo y silente personaje de forma intermitente a lo largo de su carrera en diversas editoriales.
Pero si hay una editorial indivisible de su carrera, esa es DC comics. Tras algunos trabajos ocasionales, la consagración de Kubert llegó cuando se convirtió en el principal dibujante de Hawkman. Además de darle su aspecto definitivo –rediseñando su máscara para dejar al descubierto su boca- fue sobre este personaje cuando Kubert destiló su propio estilo: anatómicamente impecable, con predilección por las figuras rotundas y los contornos difuminados, así como un gran cuidado en los detalles y los fondos.
A mediados de los 50 llegó su época dorada. Tras firmar un contrato en exclusiva con DC, y mano a mano con el editor y guionista Bob Kanigher, se centró en la línea de cómics bélicos encargándose de ilustrar cabeceras como Our army at war o G.I. combat. Allí hicieron su primera aparición personajes como el As Enemigo, el Soldado Desconocido la tripulación del Tanque encantado y, sobre todo, el Sargento Rock. Durante casi dos décadas Joe Kubert dibujó y también escribió infinidad de historias de dichos personajes, las cuales, pese a estar orientadas al entretenimiento, no se cortaban a la hora de introducir aquí y allá elementos críticos y desmitificadores del género. Todo ello mientras seguía colaborando asiduamente en cabeceras como Hawkman, el Príncipe vikingo, Ragman y Weird Worlds. A finales de los 60 ejercería además como editor, iniciando asimismo una serie sobre Tarzán, que ilustraría durante cuatro años.
En 1976 Kubert colgó los lápices para dedicarse a la Joe Kubert School of Cartoon and Graphic art, institución consagrada a la formación de ilustradores con una orientación específica al mundo del cómic. Entre los alumnos ilustres que ha dado la institución cabe citar nombres tan destacados como Stephen Bissette, John Totleben, Rick Veitch, Timothy Truman, Scott Kollins, Tom Raney, Rags Morales, Eric Shanower, Alex Maleev y sus propios hijos, Adam y Andy Kubert.
A principios de los 90, tras ayudar a sus retoños con algunos de sus primeros trabajos, Kubert volvió a las viñetas. Demostrando mantener la calidad de antaño, esta segunda etapa de su carrera se caracteriza por alternar trabajos de encargo para las grandes editoriales (una notable saga de Punisher para Marvel, varias historias de Tex para la italiana Bonelli) y nuevas historias de Tor y el Sargento Rock junto a proyectos de cariz más personal como Abraham Stone, Yossel o Gánster judío. Destaca en este apartado Fax from Sarajevo, una historia de carácter documental sobre su amigo y editor Ervin Rustemagic durante la guerra de Yugoslavia que fue premiada con los premios Eisner y Harvey en 1997.
Trabajador incansable hasta el último día (junto a su hijo Adam ilustraba una de las miniseries del proyecto Before Watchmen), con su muerte desaparece un artista que por calidad, cantidad e influencia ha marcado a fuego el cómic estadounidense. No se me ocurre mejor homenaje que deleitarse (re)descubriendo las muchas virtudes de su prolífica obra.
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