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La forja del hombre de acero.

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 26/09/2012

A lo largo de sus más de siete décadas de existencia Superman ha pasado por muchas y muy diferentes etapas. Pero hay una obra que marca claramente un antes y un después en la trayectoria del personaje. No solo en términos de continuidad, sino también de calidad e influencia. Se trata de El Hombre de Acero (The Man of Steel), miniserie de seis entregas escrita y dibujada por un John Byrne en su cúspide creativa.



Allá por 1986, el Universo DC había cambiado por completo. Crisis en Tierras Infinitas había derribado la complicada continuidad editorial y había que edificarla de nuevo. Man of Steel, dedicada al personaje más antiguo y señero de la casa, fue el primero de los sucesivos proyectos que construyeron aquella “nueva” DC. Y lo hizo de mano de uno de los autores más exitosos y polémicos del comic USA del momento, que acaba de abandonar una Marvel a la que había dado algunos de sus mayores éxitos (X-Men, 4 Fantásticos).



Contando con una libertad total Byrne devolvió al personaje a su forma más básica, pero desde un enfoque más actual y sofisticado. La historia y características elementales del personaje se mantenían, pero ahora Superman volvía a ser el último superviviente del planeta Krypton (desapareciendo personajes como Supergirl, Krypto o el general Zod), adoptaba su papel como superhéroe ya adulto (eliminando toda su etapa como Superboy), sus dos padres “terrestres” seguían vivos, la kriptonita verde volvía a ser la única existente y sus poderes estaban a un nivel más manejable. Al mismo tiempo el reparto de secundarios fue remodelado desde una perspectiva contemporánea, con una Lois Lane que distaba de ser la boba damisela en apuros para presentarse como una mujer fuerte y autosuficiente o un Lex Luthor que dejaba de ser un ridículo científico loco para convertirse en alguien sumamente astuto, implacable y con un ego y ambición desmedidos. Smallville, Metrópolis o Krypton adquirían un aspecto renovado, gráficamente muy influenciados por la película de Richard Donner sobre el personaje. Lana Lang, Jimmy Olsen, Bizarro o un primer encuentro con Batman son otros elementos hilados en una historia de aprendizaje y descubrimiento con la que Byrne dejaba a Superman renovado y listo para recomenzar sus aventuras. Un trabajo redondo que figura como uno de los mejores realizados sobre el personaje.



El propio Byrne fue el encargado del desarrollo inmediatamente posterior, escribiendo y/o dibujando las tres series regulares sobre el protagonista (Action Comics, Superman y Adventures of Superman) y tres miniseries complementarias. Luego otros autores tomaron el testigo, con nuevas aportaciones e incluso recuperación de elementos pre-Crisis. Pero durante todos esos años El Hombre de Acero ha sido la piedra angular del personaje, la base sobre la que construir y la plantilla que consultar en caso de duda. Ni siquiera posteriores revisiones del origen de Superman, contradictorias incluso con el trabajo de Byrne, han sido capaces de desbancar esta obra en términos de calidad e influencia. Una calidad en la que ni el relanzamiento en pleno de DC, con sus Nuevos 52 y nueva continuidad, ha conseguido hacer mella. Una influencia extensible asimismo a otros medios como la televisión (Lois & Clark, Smallville), animación (Superman: the animated series) o cine (la nueva película de Zack Snyder, de la que toma prestado el título).

Resulta por tanto increíble que en España esta miniserie nunca haya tenido una edición acorde a su importancia, ya que siempre ha sido carne de grapa y coleccionables. Con su edición en tomo, ECC suple una grave carencia que sería imperdonable dejar pasar.


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