Punisher Max: el final del camino.
Con la publicación en España del cuarto tomo de Punisher Max la versión más adulta de Frank Castle llega a su fin. En más de un sentido. Jason Aaron cierra así la que posiblemente sea la mejor etapa jamás realizada del personaje.
Poco puede añadirse a estas alturas sobre la labor de Garth Ennis sobre Punisher. Tras un primer relanzamiento junto a Steve Dillon en el sello Marvel Knights (caracterizado por historias de acción sin pausa y un negrísimo sentido del humor) Ennis decidió darle un giro de 180º a su visión del personaje mediante una nueva serie dentro de la linea MAX. Libre de las cargas de la censura y la continuidad, la nueva cabecera adoptaba un enfoque caracterizado por el tono lóbrego de los argumentos, la densidad psicológica de los personajes y un tratamiento crudo y serio de la violencia. El resultado fue una etapa que merece encuadrarse entre lo mejor no solo de la trayectoria del personaje. También de lo que el comic USA ha dado en la última década.
Tras la marcha del guionista irlandés la serie siguió a cargo de reputados escritores de serie negra. Pero, pese a su calidad, ninguno de ellos quiso o pudo ocupar el asiento de Ennis. No hasta la llegada de Jason Aaron. Pese a merecida reputación de guionista con un ojo especial para la acción más cruda y los personajes al límite, las primeras noticias sobre su etapa parecían un regreso –cronológico y temático- a la primera época del personaje. Nada bueno, pues eso descartaría la etapa inmediatamente anterior. Craso error, porque su etapa no solo asume lo fijado por Ennis, sino que lo lleva incluso más lejos.
De esta forma Aaron retoma la cronología en tiempo real de Ennis –con un Frank Castle con sesenta años ya a cuestas- pero ahora le hace sentir el peso de los años y el desgaste a la hora de proseguir su labor como vigilante. Si el Punisher de Ennis era alguien que había renunciado a su humanidad en la guerra contra el crimen, Aaron se atreve a recuperar al hombre que fue antaño, dándole un giro escalofriante a las razones que impulsan su particular cruzada y mostrándole una redención que jamás conseguirá. Y si con Ennis no estaba claro si las historias entraban en la continuidad Aaron rompe claramente con la misma, utilizando personajes del universo Marvel tradicional -Kingpin, Bullseye, Elektra- convenientemente modificados para la ocasión. De hecho en varios momentos su labor parece una puesta al día de la emblemática etapa de Frank Miller en Daredevil, retomando muchas de sus líneas argumentales (el ascenso al poder de Kingpin, la problemática relación con su esposa Vanessa, el uso de Bullseye y Elektra como sicarios) pero con un enfoque más violento y con Frank Castle sustituyendo a Matt Murdock como protagonista.
La elección de Steve Dillon como dibujante es asimismo significativa. No solo por ser una garantía de eficaz narración, sino también porque su presencia cierra gráficamente el círculo abierto por Ennis doce años atrás. Leída su conclusión queda claro que Aaron planteó su etapa como cierre a todo un ciclo desde el mismo principio. Y aunque no alcanza la imprescindible y definitiva labor de Ennis, esta etapa no desmerece a la misma, devolviendo al personaje a sus raíces más ocultas antes de enfrentarle a su inevitable final. La maquina comercial no permitirá matar a la gallina de los huevos de oro, sacando de la continuidad personajes y series enteras si es necesario. Y puede que en esa versión oficial haya buenas historias para el personaje. Pero después de esto ya nada será lo mismo. Y los fans lo saben. Así pues, el Punisher de la línea MAX ha muerto. ¡Larga vida al Punisher de la línea MAX!
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