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El legado de Berger

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/12/2012

Hace algún tiempo hablamos de la deriva a la que parecía estar abocado el sello Vertigo en términos generales. Hace sólo unas semanas lamentábamos la cancelación de su serie más longeva. Y ahora, en lo que parece la crónica de una muerte anunciada, nos enteremos de la dimisión de su máxima responsable. La editora Karen Berger, principal responsable del sello editorial de DC, deja su cargo tras más de tres décadas de una de las trayectorias más fructíferas y revolucionarias del cómic USA.

Alguna vez hemos hablado del papel del editor en el mundo del cómic y lo infravalorado/denostado de su contribución, tan decisiva en el resultado final como la del guionista y el dibujante. Pocas veces esto último ha sido tan cierto como en el caso de Berger, cuyo olfato para buscar nuevos talentos y buena mano para impulsar las propuestas de éstos ha dado algunas de las mejores obras de los últimos treinta años.



Su afición al género del terror la llevó a debutar por todo lo alto sustituyendo a Lein Wein como editor de Swamp Thing en plena etapa de Alan Moore. Resultado de dicha experiencia, Berger propició lo que se ha dado en llamar la “Invasión británica”: Grant Morrison, Peter Milligan, Jamie Delano y Neil Gaiman aterrizaron de su mano en la industria norteamericana dispuestos a sacudirla. Bajo la atenta mirada de la editora iniciaron una serie de títulos sobre personajes ya establecidos –Animal Man, Doom Patrol, Shade, Hellblazer, Orquídea Negra- pero completamente reinventados desde prisma adulto y rompedor. El éxito pronto fue patente, pero fue The Sandman la que lo cambió todo.



La obra de Gaiman sobre el señor de los sueños fue un éxito de crítica y público tan atronador que permitió a Berger la creación de un sello editorial propio para sus series, separado del resto de DC y con su propia política editorial: un enfoque más maduro de personajes y argumento, primar la solidez del guión sobre el dibujo impactante –en una época donde lo usual era lo contrario- y una política de derechos de autor, todo lo cual posibilitó la aparición de obras con temáticas muy diferentes al resto mercado y cuyo nivel de calidad media era muy superior al de cualquier otra editorial (incluido la DC “tradicional”).



Así, desde su creación oficial en 1993 y bien propiedad de la editorial o sus autores, el sello Vertigo acogió –solo por citar serie regulares- títulos como Predicador, Los Invisibles, Transmetropolitan, 100 Balas, Sandman Mistery Theatre, Y el último hombre, Fabulas, Blanco humano, Lucifer, Los Perdedores, DMZ, El Soldado desconocido, Scalped, Northlanders, The Unwritten o American Vampire. Asimismo, entre los autores que ha tenido a sus ordenes destacan Garth Ennis, Brian Azzarello, Brian Vaughan, Warren Ellis, Ed Brubaker, Mike Carey, Bill Willingham, Brian Wood, Andy Diggle, Jason Aaron, Scott Snyder, Kyle Baker, Matt Wagner, Peter Bagge, David Lapham, Dave McKean, Sean Phillips, Eduardo Risso, Jeff Lemire, Chris Bachalo, Ted McKeever, Guy Davis, Mark Buckingham, Jock, Leonardo Manco, Howard Chaykin, Richard Corben… Una lista de vértigo (nunca mejor dicho) formada por debutantes y veteranos que publicaron algunas de sus mejores obras gracias a la labor de Berger.



¿Y ahora? Pues teniendo en cuenta que algunas de sus series estrella han finalizado o planean hacerlo próximamente, que no parece haber grandes lanzamientos, que los autores se van con sus propuestas a otras editoriales (Image, Avatar, el sello Icon de Marvel) que en buena medida han copiado la política de Berger y que Vertigo parece haberse convertido en un mero sello para licencias ajenas (como la versión en cómic de la saga Millenium de Stieg Larsson) como sucedió con Wildstorm antes de su desaparición… los augurios no son nada buenos. Una rúbrica triste e indigna para una de las páginas más brillantes del cómic mundial y la constatación de que la DC liderada por Dan Didido parece no ver más allá del beneficio económico a corto plazo. Más interesante resulta especular sobre el siguiente destino editorial de Berger. Talento, contactos con autores punteros y saber hacer no le faltan.


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