Kyle Baker: dibujante de profesión, gracioso de vocación
Con la reciente publicación del último tomo de Masacre MAX es un buen momento para reseñar la trayectoria de Kyle Baker, uno de los creadores más versátiles e interesantes del cómic norteamericano actual.
Podría decirse que Baker ya tenía la fiebre de la ilustración desde su nacimiento, al ser hijo de un diseñador y una profesora de audiovisuales. Jack Kirby, Charles Schultz, Walt Kelly, las películas de Disney o la revista MAD fueron sus primeras influencias. Las mismas que, con apenas doce años, le impulsaron a dibujar sus primeros cómics para fotocopiarlos y venderlos a sus compañeros de clase. Poco después de graduarse consiguió un trabajo como interino en Marvel que acabaría llevándole a su primer trabajo profesional: la adaptación al comic de la (infausta) película de Howard el Pato.
Como Baker no acaba de sentirse a gusto con los superhéroes, aceptó la oferta de una pequeña editorial (Doubleday) y publicó El show de Cowboy Wally, su primera obra personal y todo un borrador de lo que iban a ser sus constantes argumentales y estéticas: personaje absurdos y de comportamiento excéntrico vistos desde un prima de humor blanco y para todos los públicos, un dibujo de trazos sencillos y colores planos, figuras de rostro expresivo y proporciones exageradas propias de un dibujo animado, una narrativa emparentada con la fotonovela, cierto gusto por la mezcla de géneros y los elementos referenciales….
El éxito de crítica llamó la atención de DC, que inicialmente le contrató para ilustrar los revival de una serie de personajes pulp como La Sombra y Justice Inc. Pero fue Porqué odio Saturno –otro proyecto propio- el que le encumbró definitivamente. Publicada a través del sello Piranha Press, esta suerte de road movie sobre una chica que busca a su hermana y acaba cruzándose con una conspiración alienígena sobresalía por su original e inteligente sentido del humor. Convertido en un autor demandado, Baker empezó a dar salida a una serie de obras para el sello Vértigo donde pasaba por su peculiar y burlón filtro géneros tan distintos como las historias de mafiosos (You are here), el thriller (Moriré a medianoche) o las epopeyas bíblicas (Rey David). Todo mientras hacía sus pinitos en el mundo de la animación y se convertía en un solicitado autor de tiras de prensa para algunas de las revistas más importantes de EE.UU (New York magazine, Rolling Stone o Squire entre otras).
En 2003 regresó a Marvel para ilustrar Capitán América: La Verdad, un proyecto tan especial como polémico sobre un predecesor afroamericano de Steve Rogers que le supuso un cambio de registro hacia el drama que resolvió con éxito. A ésta le siguió una nueva serie de Plastic Man para DC que, pese a su corta vida, -apenas 20 números- le supuso numerosos premios y la consideración de ser una de las mejores versiones del personaje. Asimismo, Baker creó su propio sello editorial (Kyle Baker Publishing) desde el que edita The Bakers (Cartoonist en su edición tomo), serie humorística basada en su propia familia. Actualmente, tras varios trabajos esporádicos sobre el personaje, Baker se encarga de ilustrar Masacre Max. Precisamente, su trabajo sobre el mercenario bocazas ha supuesto un gran cambio en su estilo, con la aplicación a su trazo de texturas y colores digitales que empañan ocasionalmente el resultado, dándole un tono más feo y artificial. Esperemos que se trate de un pequeño traspiés que no acabe dañando uno de los trazos más estimulantes del cómic actual.
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