|
Parker: crimen en viñetas
El estreno de Parker vuelve a poner de relieve al personaje literario creado por el escritor Donald Westlake, por méritos propios uno de los más conocidos del género de la novela negra. Un personaje que en los últimos años también ha dejado una estimable huella en el mundo del cómic gracias a la adaptación de sus historias a cargo de Darwin Cooke.
Creado en 1962, Westlake escribió (usando el seudónimo de Richard Stark) un total de veinticuatro novelas sobre el personaje, realizadas en dos periodos claramente diferenciados (1962-1974 y 1997-2008). Unas novelas que han conocido varias adaptaciones al cine en las que Parker ha tenido rostros tan distintos como los de Lee Marvin, Robert Duvall, Mel Gibson o incluso la actriz francesa Anna Karina (sic). Adaptaciones no siempre fieles al material original, suavizando muchas veces el carácter duro y amoral del protagonista. Quizá por eso Westlake siempre exigió que el personaje cambiase su nombre, usando variantes como Walker, Porter o Stone (la actual cinta con Jason Statham es la primera tras la reciente muerte del novelista). Una condición que, sin embargo, no impuso a Darwin Cooke cuando éste le presentó la adaptación en viñetas de sus historias.
Publicadas por la cada vez más pujante IDW (la edición española corre a cargo de Astiberri), la serie de Parker se inicia con El Cazador, primera y más conocida historia del personaje. Allí se nos presenta a Parker, un atracador profesional traicionado y dado por muerto por sus asociados. Una vez recuperado Parker inicia una implacable venganza que le llevará a enfrentarse contra una organización criminal llamada La Compañía. Un argumento típico del género noir que destaca por la llamativa personalidad de su protagonista. Y es que el delincuente creado por Westlake no es ningún antiheroe, ni sufre ninguna epifanía moral que le empuje a la redención. Incluso puede llegar a ser antipático al lector. No, Parker es un frio profesional que sólo actúa por negocios y no está dispuesto a que nadie le arrebate lo que es suyo. Y si alguien –quien sea- se atreve a meterse en medio, más le vale apartarse. El guión de Cooke sabe captar ese tono a la perfección, regalándonos escenas tomadas directamente de la novela, como aquellas en que Parker descubre impasible la muerte de su esposa o ejecuta a su traidor socio.
Un tono crudo y negrísimo que a priori podría chocar con la estética próxima al cartoon de los lápices de Cooke. Sin embargo, el recurso al coloreado bitono –alternando masas de blanco con pinceladas de azul, verde o naranja- y la versátil planificación de las viñetas, llenas de encuadres angulados con un gran dominio de los tiempos narrativos (flashbacks, ensoñaciones, ralentis) consiguen introducirnos de lleno en el mundo de la serie negra más clásica. Algo en lo que también colabora la estudiada reproducción de edificios, vehículos y vestuarios de los años 60.
Publicada en una vistosa edición en tomo, El Cazador fue seguida por La Compañía, donde un Parker con el rostro operado continúa su revancha contra la peligrosa organización criminal –adaptando simultáneamente la segunda y tercera novela- y El Golpe, en la que Parker reúne a una banda para planificar el robo de toda una ciudad. Dos historias que, manteniendo la solidez gráfica y argumental de la primera entrega, se permiten filigranas narrativas aún más complejas. Sirva de ejemplo ese encadenado de secuencias de robo en La Compañía, cada una dotada de un punto de vista y un estilo narrativo distinto. Un trío de excepcionales ejemplos de serie negra en viñetas que Cooke planea rematar con la adaptación de Slayground, (con Parker siendo cazado por un grupo de policías corruptos tras un atraco fallido) que verá la luz a lo largo de 2013. Esperamos con impaciencia tanto su publicación como que Cooke incumpla su promesa de que será la última.
|
|
|
