Richard Corben: trazos de fuerza desmedida.
La publicación por parte de Planeta de un volumen de Creepy centrado en Richard Corben supone una oportunidad inmejorable para rememorar la trayectoria de su autor, uno de los más potentes, personales e constantes de la historia del cómic mundial.
Nacido en Missouri en 1940, Richard Vance Corben empezó a dibujar sus primeros cómics con apenas diez años. Licenciado en Bellas Artes, inició su andadura profesional en la productora de animación Calvin Communications. Allí permaneció diez años en los que fue puliendo su estilo mientras en sus ratos libres realizaba un cortometraje animado llamado Neverwhere (1968) y colaboraba en varios fanzines underground (incluido el autoeditado Fantagor) donde publicó varias historias cortas y su primera obra importante: Rowlf. Ya entonces empezó a colaborar con el guionista Jan Strand, uno de sus principales y más duraderos colaboradores.
Como artista, Corben se revela como alguien de lo más peculiar y con unas constantes graficas y argumentales muy marcadas. Con Will Eisner, Frank Frazetta, Harvey Kurtzman o Norman Rockwell como influencias, Corben crea un estilo rabiosamente propio, intersección imposible entre hiperrealismo y caricatura cuyos personajes se caracterizan por una tridimensionalidad y expresividad que literalmente saltan de la viñeta y que el autor plasma en atrevidas composiciones de página de narrativa cinematográfica. Por decirlo de alguna manera, Corben se parece a muchos autores (anteriores y posteriores) pero ninguno se parece a Corben. Asimismo, sus guiones (propios y ajenos) se caracterizan por la ambientación en mundos fantásticos, los argumentos próximos a la literatura pulp y al género de terror (adaptando periódicamente a grandes literatos del género), personajes fuertes pero no exentos de humor y una completa falta de pudor a la hora de plasmar elementos como el sexo y la violencia.
El éxito de su etapa fanzinera le vale un contrato con la editorial Warren, pasando a colaborar en antologías de terror como Creepy ó Vampirella. Colaborando con guionistas como Bruce Jones, Simon Revelstroke o el citado Strand pronto se convierte en uno de los preferidos por los lectores, aunque su consagración llega con Bloodstar, adaptación de un relato de Robert E. Howard para la independiente Morningstar Press. El éxito se traduce en una oferta desde Francia para colaborar en la recién creada Metal Hurlant, y su posterior edición yanqui Heavy Metal, gozando de total libertad y conservando los derechos de sus creaciones. Retomando al protagonista de Neverwhere crea Den, historia de ciencia ficción y fantasía donde comienza a experimentar con el color, usando diferentes técnicas y texturas que dan un volumen y fuerza aún mayores a su trazo. El impacto provocado por sus páginas, repetido en otras creaciones suyas como Mundo Mutante, Las Mil y una noches o Jeremy Brood le ponen a la vanguardia del medio.
En la cresta de la ola y con sus obras editadas y reeditadas internacionalmente, Corben crea Fantagor Press, sello editorial propio desde el que publica historias como Rip, tiempo atrás (con Bruce Jones), Vic & Blood (adaptando un relato de Harlan Ellison) y nuevas entregas de Den y Mundo Mutante. También hace sus pinitos con la tecnología informática e incluso se atreve con proyectos cinematográficos (la película The Dark Planet).
La quiebra de Fantagor en 1994 da inicio a la colaboración con grandes editoriales como Dark Horse (Aliens, Hellboy), DC (una saga de Hellblazer, la antología Solo) y Marvel (Banner, Cage, Punisher: The End, Starr the Slayer). Una etapa que le permite colaborar con guionistas como Brian Azzarello, Garth Ennis o Mike Mignola y presentarse ante una nueva generación de lectores. Sin embargo no renuncia a proyectos más personales como La casa en el confín de la Tierra (adaptación de una novela de William Hope Hodgson) o La Guarida del horror, antología dedicada a relatos de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft. Aunque en esta nueva andadura Corben debe plegarse a ciertos imperativos comerciales y dejar de lado sus experimentos con el color, su narrativa no ha perdido un ápice de potencia y a sus 72 años sigue tan fresca como en sus inicios. Algo que cualquier amante del medio agradece a cada nuevo proyecto.
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