Death Note: la muerte es sólo un juego
Este mes Norma Editorial pone a la venta la reedición de Death Note, uno de los mangas de mayor éxito reciente y una de las historias de intriga y suspense más absorbentes de los últimos años.
Obra de Tsugumi Ohba (guión) y Takeshi Obata (dibujo), autores apenas conocidos fuera de Japón en aquel momento, Death Note nació como una historia corta publicada en el semanario Shonen Jump en 2003. Allí se contaba como un adolescente encontraba un cuaderno perteneciente a demonio Shinigami llamado Ryuk. Creyéndolo normal lo utiliza como diario, escribiendo el nombre de dos compañeros que le han golpeado. A la mañana siguiente ambos han fallecido. La aparición de Ryuk (al que sólo el dueño del cuaderno puede ver) pone las cosas en su sitio: basta con escribir el nombre de una persona mientras se piensa en su rostro para que la misma muera segundos después. La historia finalizaba con la policía destruyendo el cuaderno, pero tanto autores como lectores pronto cayeron en la cuenta de que aquello daba para (mucho) más.
Tanto, que en 2004 dio inicio una serie regular, de idéntico principio pero muy diferente desarrollo. La trama empieza cuando el estudiante Light Yagami encuentra el cuaderno de Ruyk y descubre su poder. Inteligente, atractivo e hijo de un reputado oficial de policía, Light empieza a utilizar el cuaderno para liquidar a delincuentes de todo el planeta. Enviando mensajes a los medios bajo el seudónimo de Kira, su poder sobre la vida y la muerte pronto empieza a desquiciarle provocando delirios de divinidad. Las oleadas de muertes repentinas acaban desatando el pánico mundial e iniciando una investigación dirigida por L, un enigmático adolescente, adicto al azúcar y de peculiar aspecto y métodos, considerado el detective más brillante del mundo.
La relación entre ambos personajes es el motor de la historia, a través del cada vez más enrevesado y mortal juego de planes, contraplanes, trampas y engaños que cada uno tiende para descubrir y acabar con el otro. Cual Holmes y Moriarty, ambos tejen una red en la que se mueven el resto de personajes y donde van apareciendo elementos imprevistos que trastocan sus planes -como las peculiares reglas de funcionamiento del cuaderno, la aparición de poseedores de libretas similares o la creación de un culto religioso alrededor de Kira-. El resultado es una narración de ritmo adictivo y llena de giros inesperados que mantienen en vilo al lector, inseguro de saber qué es lo que pasará en la próxima pagina. Porque en Death Note lo que parece imposible que ocurra, ocurre. Por ejemplo, y sin querer caer en el spoiler, justo a mitad de la trama hay un giro mediante el que L deja de ser un adversario para Light. Es entonces cuando la serie da un salto de varios años y presenta a Near y Mello, dos nuevos detectives igual de insólitos que pretenden acabar con Kira desde formas muy distintas y opuestas.
Partiendo de un concepto brillante y un desarrollo aún mejor, quizás Death Note flojea debido a sus concesiones al género adolescente, con ocasionales accesos de comedia algo tontos (el personaje de Misa Amane, cómplice y adoradora de Light, es el mejor ejemplo de ello) que rompen el tono de la trama y lastran la madurez de historia y personajes. El dibujo de Obata, con elementos propios del estilo shojo (romántico) no contribuye a remediarlo aunque sabe como potenciar la tensión y el ritmo frenético del argumento.
Con una extensión total de 108 capítulos recopilados en doce tomos -seis en la nueva edición-, Death Note fue todo un fenómeno mediático que trascendió tanto al medio (una serie de animación y dos películas de imagen real) como las fronteras de su país, siendo editado con gran éxito en Europa y los EE.UU. La actual edición, cargada de extras supone una oportunidad para disfrutar de uno de los cómics más adictivos de la última década.
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