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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
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Coleccionables de cómic

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 27/10/2010
La Atalaya del Vigía

Llega el otoño y con él una de sus características inseparables. No. No hablamos del frio ni de la caída de la hoja. Hablamos de los coleccionables de quiosco, esas publicaciones que florecen en esta época y son como los buenos propósitos para el año nuevo: uno sabe que los va a empezar, pero rara vez los termina. En lo referente a los cómics –que es lo que aquí nos importa- los coleccionables de series de cómic han ido haciéndose poco a poco un hueco en el mercado, bien mediante el clásico formato de quiosco, bien como promoción de un medio –diarios como El País o El Mundo-.

Por norma general, estos coleccionables atesoran como principal característica estar dirigidos a gente habitualmente ajena al medio. Algo que es su mayor virtud y al mismo tiempo su mayor defecto. Virtud porque ayuda a mejorar las ventas, la atención y la apreciación que se tiene de este medio. Defecto porque esas ediciones suelen contener muchos de los problemas de la edición habitual de cómics en nuestro país que habían pasado a mejor vida. Defectos que habían sido depurados a lo largo de los años gracias a la reacción de los lectores y al olfato de los editores. Por poner un ejemplo, retrocedamos a la época de Forum, donde las series USA seguían la medida del “nº y medio original por cada número en español”. Una práctica que troceaba el material original, rompiendo el ritmo y a veces el sentido de la obra (aunque, siendo justos, no era tan atroz como el remontaje de viñetas de la época de Vértice). Un mal menor que fue convenientemente subsanado en la década de 1990, pero que sigue siendo la norma en algunos coleccionables, entorpeciendo la lectura y volviéndola aún más incómoda para esas nuevas audiencias a las que se busca enganchar.

El papel suele ser otro problema. Frente al papel satinado, implantado en las series mensuales en nuestro país a partir de la llegada de Image, los coleccionables de cómic recuperan en muchos casos el papel basto previo, sin duda con el objetivo de abaratar el producto. El problema es que la calidad de ese papel es en muchos casos inferior no ya al papel satinado, sino al papel tradicional usado en décadas anteriores. Algo que provoca, primero que la calidad de las ilustraciones sea inferior y segundo que a la larga se deteriore notablemente. Un buen ejemplo es el primer coleccionable de X-Men, editado hace una década con motivo de la primera película. Las pequeñas manchas oscuras son fácilmente visibles a lo largo de las páginas si uno recupera esos fascículos hoy día.
Finalmente está la cuestión de los materiales elegidos, que puede suponer un fastidio para el propio lector habitual. La edición de material inédito conjuntamente al ya publicado y la imposibilidad de adquirirlo por separado es casi una burla para el aficionado, como el caso de Batman: The Man Who Laughs de Brubaker y Mankhe, publicado sólo como parte de dos coleccionables junto a material previamente existente. Asimismo que, frente a editoriales consolidadas como Planeta o Norma, diarios nacionales sean capaces de editar en español obras largo tiempo descatalogadas como El Garaje Hermético de Moebius o directamente no publicadas como Batman: The Scottish Connection (uno de los mejores trabajos de Frank Quitely), parece propio de un chiste.

¿La solución? Quizás la emprendida por Panini con su coleccionable Marvel Heroes: sagas completas (nada de dejar números para la siguiente entrega), editadas alternando contenidos de un tomo a otro (si un personaje no te gusta ya lo hará el siguiente), a precios asequible y con un papel de calidad inferior pero aún así notable. Una solución que contenta al lector veterano (que puede coger el material exacto que le interesa) y que beneficia al neófito que intenta engancharse (ofreciéndole una buena muestra y dibujándole una hoja de ruta por si decide saber más).


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