Tank Girl: anarquía, feminismo y post-apocalipsis
La nueva remesa de novedades de Ediciones La Cupula tiene la agradable sorpresa de recuperar las aventuras de Tank Girl, emblemática serie del comic underground británico cuyo tono provocador, gamberro y tremendamente divertido la han convertido en todo un icono.
Creada por Alan Martin y Jamie Hewlett, dos estudiantes de bellas artes bregados en el mundo de los fanzines con el autoeditado Atomtan, su labor acabó atrayendo la atención del dibujante y editor Brett Ewins (Skreemer) que en 1988 les ofreció ser parte de la revista Deadline. Rescatando una idea esbozada (apenas una ilustración) de su fanzine, el dúo creo la serie Tank Girl. Allí narraban las andanzas de Rebecca Buck, una dura y desvergonzada cazarrecompensas que recorre en un tanque los desolados parajes del desierto australiano, poblados de toda clase de seres mutantes tras lo que parece una catástrofe nuclear.
Recordando/parodiando toda clase de referentes (Mad Max, el Juez Dredd, citas a la cultura popular británica, referencias a personajes australianos como Ned Kelly o Cocodrilo Dundee) Tank Girl llamó la atención de los lectores por su tono provocador y políticamente incorrecto, heredero de la cultura punk. Acompañada por secundarios como su novio el canguro mutante Booga, el pícaro aborigen Stevie, un koala gay o compañeras de correrías como Sub Girl o Jet Girl, la protagonista hace gala de un carácter fuerte y consciente de su propia feminidad, pero en un registro provocador que la aleja del prototipo de heroína típica. Un registro que incluye abundantes dosis de violencia física y verbal, consumo de substancias ilegales y promiscuidad sexual dignas del mismísimo Sid Vicious.
Los guiones de Martin son poco menos que una excusa para hilvanar escenas de acción, humor negro, referencias culturales y alguna que otra crítica social (las puyas al gobierno de Margaret Thatcher eran habituales). Los dibujos de Hewlett siguen ese tono mediante un grafismo expresivo cercano al dibujo animado con constantes rupturas de la narrativa y ocasionales experimentos gráficos (collages, colores intensos, ruptura de la cuarta pared, etc). El resultado es una capsula de arte pop destroyer que refleja de forma exagerada y divertida el ambiente y las inquietudes de la juventud de época.
Publicada en Deadline hasta su cancelación en 1995, Tank Girl se había convertido para entonces en un icono cultural –además de un símbolo adoptado por la comunidad lésbica británica- cuya popularidad acabó atrayendo la atención de Hollywood mediante una adaptación cinematográfica. La película fue estrenada en 1995 con una ajustada Lori Petty como protagonista y un alucinado casting que incluía a Malcolm McDowell, los músicos Ice-T e Iggy Pop y una entonces desconocida Naomi Watts. El resultado fue un fracaso crítico y comercial que no convenció a Martin y Hewlett, aunque amplió el alcance del personaje y, con el paso de los años se ha convertido en un film de culto. También tuvo la consecuencia de que el personaje se trasladase al sello Vertigo de DC, que publicó dos miniseries: The Odissey, de Peter Milligan y Hewlett y Apocalypse, obra de Alan Grant y Phillip Bond.
Los beneficios obtenidos por los derechos del personaje permitieron a ambos autores dedicarse a otros proyectos personales y profesionales (Hewlett fue el creador, junto al músico Damon Albarn, del proyecto musical Gorillaz). No fue hasta 2007 cuando Martin se decidió a recuperar al personaje mediante una novela (Tank Girl: Armadillo) así como una sucesión de miniseries y especiales para editoriales como IDW, Image o la británica Titan Books con la colaboración de dibujantes como Brian Wood, Jim Mafhood, Rufus Dayglo o el veterano Mike McMahon. Un interesante material que permanece inédito por estos lares y que, con un poco de suerte, tal vez La Cúpula (que publicó por primera vez al personaje en las páginas de la mítica El Víbora) se anime a editar.
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