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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"Creía que tras siete temporadas de Expediente X, el hombre moderno gozaría de cierto sano escepticismo." Rush / The Authority #32
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Frank Castle y el paso del tiempo

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 17/11/2010
La Atalaya del Vigía

Decía Albert Einstein que el tiempo es relativo, y las grandes editoriales de cómic en general y Marvel en particular parecen haberlo tomado al pie de la letra. Personajes como el Capitán América, Nick Furia o Lobezno ya deberían estar padeciendo los achaques de la tercera edad de estar sujetos al verdadero paso del tiempo. Explicaciones fantásticas (congelación, sueros experimentales, poderes mutantes) o datos convenientemente olvidables y/o adaptables (como que Ben Grimm estuvo en la Guerra de Corea) eran el mecanismo exculpatorio para estos casos.

Inicialmente se estableció que el tiempo en los cómics transcurría mucho más lento, fijándose incluso una equivalencia aproximada de 7-10 años reales por cada año editorial. El problema a la larga estriba en que incluso aunque los personajes no cambien, el entorno que les rodea debe reflejar la realidad del lector en cada momento –sería difícil imaginarnos a Peter Parker en el instituto y que siguiera vistiendo pantalones de campana-. En DC tales ejercicios son realizados de forma más directa gracias a barridos absolutos como Crisis en Tierras Infinitas u Hora Cero. Marvel en cambio ha ido remozando periódicamente los orígenes de sus personajes de manera más sibilina. Un buen ejemplo es el caso de Iron Man, donde a la chita callando Warren Ellis cambió el Vietnam de los 60 por el Afganistan de los 90 como cuna del personaje (un atrevido reseteo que curiosamente no dio pie a polémica alguna entre lectores y autores).
La falta de asociación a fechas o eventos concretos que puedan ser un lastre temporal para el personaje en un futuro ha sido la consigna a seguir en los últimos años. Una excepción sin embargo se mantenía: Punisher. Pese a las décadas transcurridas, el bueno de Frank Castle seguía siendo un curtido veterano de Vietnam que mantenía una forma envidiable. Cuando Garth Ennis se hizo cargo del personaje a principios del S.XXI, no sólo mantuvo ese trasfondo, sino que incluso se atrevió a incidir en él. Convenientemente dibujado como un hombre de cincuenta y muchos años, el Frank Castle de Ennis fue dejando detalles cronológicos exactos como su nacimiento (1950), su servicio en Vietnam (1968-1971), la trágica muerte de su familia (1976) o su carrera como justiciero (más de tres décadas liquidando criminales). Sus historias –especialmente en la etapa MAX- se caracterizaban por transcurrir en tiempo real (si el protagonista recordaba una historia publicada un año atrás recordaba que había pasado un año). Podría argumentarse que la etapa MAX está fuera de la continuidad, pero detalles como la resurrección de Microchip a manos del Encapuchado o la presencia de secundarios de la época Marvel Knights niegan semejante afirmación.

El caso es que con Ennis fuera, Frank Castle parece estar siendo víctima de uno de esos procesos de rejuvenecimiento editorial. Jason Aaron, sucesor de Ennis en la serie MAX, se ha salido por la tangente ambientando su nueva colección en los años de juventud del personaje. En cambio Rick Remender, cronista de la otra serie del personaje –la que tiene incidencia directa en la continuidad oficial-, está enzarzado en una curiosa pirueta argumental llamada Franken-Castle que tiene por objetivo último rejuvenecer mágicamente –vía Piedra de Sangre- al personaje hasta su treintena. Un lifting que deja al personaje listo para al menos otras dos décadas más. El precio a pagar es sin embargo perder el enfoque del veterano encallecido al que tan buen partido le supo sacar Ennis e introducir en el personaje elementos fantásticos que no pegan ni con cola con su idiosincrasia –y que recuerdan a aquella infausta ocurrencia del Punisher angelical de finales de los 90-. Es más que posible que buenas historias puedan salir de aquí pero, ¿vale todo con tal de que la editorial pueda seguir explotando a un personaje? ¿Incluso traicionar las características que han hecho de él un éxito?


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