Hellblazer Especial: Umbrales Oscuros Uno Constantine para recordar
Hellblazer Especial: Umbrales Oscuros EEUU - 2010 Guionista:Ian Rankin Dibujante:Werther Dell'Edera
Editorial:Panini -
216 páginas - bn
Precio:13,95
Vértigo inició su línea de novelas negras con una propuesta más cercana a sus series sobrenaturales que al género noir propiamente dicho. No es de extrañar que, por esta razón, el personaje escogido para protagonizar el relato no sea otro que el más bastardo investigador de lo oculto de este mundo, el inigualable John Constantine.
Ian Rankin es un novelista escocés que ha centrado su producción en novelas policíacas. Creador de las novelas del Inspector Rebus, Rankin era la elección perfecta para formar parte de esa primera hornada de autores escogidos para lanzar la nueva línea de novelas dedicadas al género negro. Sin embargo, el escritor presentó una historia alejada de esta vertiente, algo muy distinto a esa variedad de narración poblada por femme fatales, detectives de medio pelo y perdedores avariciosos.
El guionista urde en este tomo una historia puramente constantiana llena de giros argumentales y apariciones fantasmales, sin olvidar en ningún momento esas dosis de crítica social y política tan presentes en los títulos dedicados al despreciable pero fascinante detective mágico. En esta ocasión, Constantine es fichado por un ejecutivo de televisión para que lo ayude con unos fenómenos extraños que están ocurriendo en el set de su último programa basura, una suerte de Gran Hermano en una casa encantada. El problema es que los poltergeist que acechan a los participantes no tienen nada que ver con la productora del espacio televisivo.
Aprovecha Rankin la narración para expresar sus pensamientos acerca de la sociedad actual, fascinada por el vouyerismo vacío y el encumbramiento instantáneo de personajes de cuestionable importancia cultural y social. También nos habla acerca del poder de las empresas publicitarias y de la forma en las que nos conducen siempre a los lugares donde nos quieren, haciéndonos sentarnos frente a televisores que no paran de bombardearnos con posesiones que no necesitamos e información manipulada.
Una lectura muy interesante que funciona a múltiples niveles y que nos ofrece uno de los mejores John Constantine que podemos recordar.
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