Xenozoic Tales: reliquias del pasado futuro
Hablábamos hace poco en referencia a Planetary de cómo la problemática periodicidad de la serie contribuyó a minar su relevancia a pesar de su enorme calidad. Haciendo bueno aquello de “otro vendrá que bueno te hará” servidor no pudo evitar recordar otra espléndida serie que ha padecido largos y numerosos retrasos mayores incluso que los de la obra antes citada.
Hablo de Xenozoic Tales (también conocida como Cadillacs and Dinosaurs, titulo de su primera recopilación), serie creada, escrita y dibujada por Mark Schultz. Ambientada en el lejano siglo XXVI, la historia presenta un futuro post-apocalíptico donde la civilización y la evolución natural han retrocedido varios milenios. Agrupados en ruinosas ciudades de antaño, los pocos supervivientes tienen que enfrentarse a un ecosistema hostil poblado por especies de dinosaurios que dominan el planeta como hacían millones de años atrás. La poca tecnología existente del pasado es controlada por los mecánicos, una especie de chamanes que buscan el equilibrio entre el progreso de antaño y la naturaleza. El protagonismo de la historia recae en Jack Tenrec, el mecánico de Ciudad en el Mar (antigua Nueva York) y Hannah Dundee, embajadora de la cercana ciudad de Wasson (antigua Washington). La química entre el hosco mecánico, guiado por un estricto código moral y aficionado a restaurar coches antiguos, y la atractiva, inteligente y habilidosa embajadora es sólo una de las muchas virtudes de esta gema del cómic de aventuras y ciencia ficción. Con fecha de 1987, Schultz publicó el primer número de la serie de la mano de Kitchen Sink Press. La atractiva ambientación creada por el autor, sus detallados lápices y el sentido de diversión aventurera que supo imprimir a las historias convirtieron a la serie en título de culto desde prácticamente su inicio. Por desgracia, ya en esos primeros momentos Schultz dio muestras de una lentitud en los plazos de entrega que se convertiría (desgraciadamente) en otra de las características definitorias de Xenozoic Tales. Así, entre 1987 y 1996 apenas vieron la luz unos escasos catorce números. Pese a los constantes parones la historia avanzaba sin problemas, dando continuamente la sensación de estar planeada al detalle, con una continuidad absoluta entre una entrega y otra pese a haber pasado años entre ambas. Asimismo durante ese periodo los lápices de Schultz sufrieron una notable evolución, pasando de cierta tosquedad en las primeras entregas a un refinado estilo con una elegancia narrativa y un dominio de la expresión y la anatomía humana dignos de los mejores maestros de la ilustración. Más cercana en espíritu a los cómics de los años 30 y 40 que a corrientes propias de su época, el grafismo de la serie remitía a clásicos antiguos (Harold Foster) y modernos (Dave Stevens).
Prueba intrínseca de la calidad de Xenozoic Tales fueron las continuas reediciones en tomo a cargo de varias editoriales (Kitchen Sink, Marvel, Dark Horse) así como las numerosas licencias sobre la misma: una serie de animación, dos videojuegos (uno de los cuales esquilmó los bolsillos de un servidor en repetidas ocasiones), un juego de rol, figuras, trading cars,… Incluso la editorial Topps llegó a publicar varias miniseries que narraban historias paralelas a la serie principal (a cargo de otros autores). Pese a toda esa repercusión, Schultz no ha vuelto a publicar ninguna nueva entrega de las aventuras de Jack y Hannah, centrándose en su faceta como guionista para obras ajenas (Superman, Príncipe Valiente, las franquicias de Alien y Predator). Desde entonces los fans hemos tenido que contentarnos con las numerosas reediciones. La última, un lujoso tomo con toda la serie editado el mes pasado en EE.UU y en cuya última página se nos prometen nuevas historias en un futuro. Si solamente pudiésemos creer que es cierto….
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