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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"A veces te despiertas; otras, la caída te mata. Y en ocasiones, cuando caes desde muy alto, puedes volar." Todd Faber / The Sandman (Fear of Fanning)
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Crossed: Apocalipsis Integrado

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 18/09/2013
La Atalaya del Vigía

Independientemente de sus particularidades todas las historias de ciencia-ficción apocalíptica tienen un rasgo en común: el de dejar un hueco para la esperanza, con las virtudes del espíritu humano sobreviviendo entre la muerte, el caos y la adversidad. Una constante que aparece invertida en Crossed, enfermiza historia pergeñada por la mente de Garth Ennis para la editorial Avatar Press.

Crossed narra un apocalipsis fruto de una extraña plaga que enloquece a sus víctimas, marcando sus rostros con una cicatriz en forma de cruz y obligándoles a dar rienda suelta a sus impulsos más violentos, obscenos y despreciables. Dibujada con corrección pero sin grandes alardes por Jacen Burrows, la trama sigue a un grupo de supervivientes en su accidentado viaje a las montañas de Alaska en busca de un terreno despoblado en el que guarecerse de las atrocidades de los “cruzados”. Nada nuevo bajo el sol si no fuera porque nunca lo habíamos visto como aquí. Amputaciones, violaciones, pederastia, canibalismo, ejecuciones de niños y otras monstruosidades se van sucediendo ante un incrédulo lector que pronto comprende que cualquier atrocidad, por inconcebible que sea, puede ocurrir.


No es la primera vez que Ennis utiliza una brutalidad tan extrema –caso de Dicks, La brigada del rifle o The Boys-, pero aquí lo hace sin el humor negro, exagerado y paródico como necesaria válvula de escape. El resultado es una narración deprimente y angustiosa que apunta directamente a lo más incomodo y salvaje de la condición humana, con los cruzados como manifestación última. Con ecos de la literatura de Cormac McCarthy, Crossed no tiene elementos fantásticos externos que tranquilicen nuestra conciencia (nunca sabemos el origen de la plaga. Tampoco interesa saberlo). Solo misantropía elevada al cubo.


Tal vez sea por lo brutalmente impactante de la historia –es difícil olvidar escenas como las de un asesinato a golpes con el pene amputado de un caballo (sic)-. O por captar el ambiente de crispación colectiva, negro futuro y cabreo dibujado por la crisis. Pero el caso es que lo que inicialmente era una miniserie cerrada de diez números cosechó tanto éxito que la editorial le pidió a Ennis una secuela que nunca tuvo en mente. Algo que dio pie a una situación insólita: que una serie propiedad del autor pasase a ser realizada por otros. El elegido fue David Lapham, devenido en los últimos años en un hábil fabulador de violencia macabra y salvaje. Y por increíble que parezca, las dos posteriores miniseries de Lapham (Valores familiares y Psicópata) resultan aún más atroces que la obra original. Bien añadiendo a la (poco) digerible mezcla elementos como el fanatismo religioso, el incesto o los abusos a menores. Bien narrando a través de los ojos de un perturbado asesino en serie peor incluso que los cruzados. Los dibujos de los españoles Javier Barreno y Raulo Cáceres –especialmente perturbador este último- potencian esa narración lacerante que deja un poso incómodo tras su lectura.


Posteriormente Crossed ha dado luz a un webcomic, a un especial dibujado con técnicas de efecto 3D –resaltando las ingentes escenas de gore- y a una serie regular titulada Crossed: Badlans. Esta última posee forma de arcos argumentales con diferentes protagonistas, alternandose los autores ya mencionados junto a otros como Jamie Delano, David Hine ó Si Spurrier. Convertida en la principal franquicia de Avatar y con el rumor de una posible adaptación cinematográfica –que, de realizarse, apostamos será enormemente suavizada- Crossed se ha consagrado como una cabecera imprescindible para los amantes de las emociones fuertes y los amantes del género postapocalíptico. No obstante conviene señalar que no es un plato adecuado para estómagos sensibles. Que nadie venga luego diciendo que no le avisaron.


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