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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"El cielo de un guerrero lo dan los actos, no las creencias. Las estrellas no nos piden nuestra fe antes de sonreírnos." Thor, Thor #16
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Damian Wayne: el inesperado legado del Murciélago

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 06/11/2013
La Atalaya del Vigía
AVISO: Éste artículo contiene posibles spoilers. En él se revelan aspectos argumentales que el lector podría preferir descubir por sí mismo.

Cuando Grant Morrison dio inicio a su etapa como guionista de Batman con Batman #655 descolocó al personal sacándose de la manga a Damian, el hijo de Batman y la villana Talia al Ghul. En realidad el escritor escocés se había limitado a hacer oficial un viejo cabo suelto, creado décadas antes por Mike W. Barr en el especial Batman: el Hijo del Demonio. La existencia de este retoño había sido convertida a la fuerza en un Otros mundos por los editores, solo teniendo una tímida repercusión en la futurista Kingdom come.


Pero más allá del guiño a la continuidad, la aportación de Morrison fue la de crear al que posiblemente sea el personaje más interesante que la bat-familia ha tenido en años. Criado y entrenado por la Liga de los asesinos de Ra´s al Ghul, Damian fue presentado como un arrogante preadolescente con una habilidad pasmosa para la lucha y ningún reparo en liquidar a sus enemigos. El retrato de este personaje resultó ser mucho más interesante y complejo: Damian tenía un deseo genuino de ayudar a su padre en la lucha contra el crimen y obtener su aprobación, pero su sesgada formación y desconocimiento del mundo “normal” convertían sus actos en los de un elefante en una cacharrería. Una dinámica que redundaba en una estimulante ambigüedad.


Tras su primera aparición -dibujada por Andy Kubert- las apariciones del personaje se dosificaron. El Batman #666 Morrison demostraba en cambio que sus planes para el personaje iban para largo, mostrando un siniestro futuro donde un Damian adulto había asumido el manto del murciélago. Un futuro al que volvería en Batman #700 –donde, en una genial pirueta argumental, convierte al futuro Damian en el mentor del protagonista de Batman Beyond- y Batman Inc Vol.2 #5. Un futuro que el propio Kubert explora, como autor completo, en la recién iniciada miniserie Damian: son of Batman.


Sin embargo el verdadero potencial del personaje comenzó a ser utilizado en Batman y Robin. Convertido en el nuevo chico maravilla y mano a mano con Dick Grayson como sustituto de Batman, Morrison desarrollo una genial química llena de aristas entre el Robin original y su última encarnación. Dicha química fue posteriormente trasladada al padre tras el retorno de Bruce Wayne de su aparente muerte. Curiosamente, con Morrison ocupado en numerosos frentes argumentales a partir de Batman Inc, esta segunda etapa de Batman y Robin fue principalmente obra del guionista Peter Tomasi. El rechazo de Damian al legado de su madre por un lado -con las peligrosas consecuencias de tal traición- y los torpes intentos de Bruce Wayne por construir una relación de familia conformaron una serie de historias donde la acción era tan importante como el desarrollo dramático.


Quizás la mayor pega de Damian como personaje era su poca interacción con el resto del universo DC a pesar de las jugosas posibilidades. Salvo una breve aventura junto a los Jóvenes Titanes, poco se supo del personaje fuera de las series principales de Batman. Siempre quedará la duda de si esa especie de cuarentena fue impuesta o no por Morrison, pero lo que es indudable es que el personaje le pertenecía. Y si Damien fue parte de los planes iniciales de su larga etapa, era inevitable que lo fuese de la traca final. En otro inesperado giro Batman Inc vol.2 #8, supuso el fin de un personaje que con su marcha deja un hueco en los lectores, haciendo patente tanto la evolución como el carisma de los que su creador supo dotarle. Hablar a estas alturas de la muerte de un personaje de comic como algo definitivo ya alcanza lo ridículo, pero quizás en este caso sea lo mejor –el último número de Batman Inc ya deja incluso una pequeña puerta abierta al regreso- antes de que el exceso y las manos ajenas diluyan el trabajo original. Quedémonos mejor con esa coda futurista que supone la miniserie de Kubert, pensando en lo que podría ser si imperativos comerciales no condenasen la continuidad al inmovilismo.


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