El Cómic, un arte compartido
¡Por Tutatis, estos galos están locos! Seguramente estas palabras serían las pronunciadas por el irreductible guerrero galo Astérix de saber las más recientes noticias en torno a Albert Uderzo. Y es que el veterano dibujante, padre del personaje junto al fallecido René Goscinny, ha sido objeto de una demanda de más de 200.000 euros por parte del fisco francés. ¿La razón? Según la hacienda gala, Uderzo sólo fue “el ilustrador” de las 24 primeras historias (de Astérix el Galo a Astérix en Bélgica) no pudiendo ser calificado como autor hasta que se hizo cargo de los guiones tras la muerte de Goscinny. Esta negativa a su condición de creador implica que no está sujeto a ciertas exenciones fiscales y de ahí la cantidad reclamada. Pero más allá del plano económico y legal esta noticia interesa por el debate que abre sobre la autoría en el mundo del cómic.
No voy a negar –para mi vergüenza- que una pequeña parte de mí se alegra de la noticia, tomándola como una suerte de venganza kármica. Nada que objetar al Uderzo dibujante, pero su labor como guionista ha sido más bien discutible. Aunque sus primeros álbumes (La Gran Zanja, La Odisea de Astérix) mantenían un nivel más que digno frente a los precedentes, no se puede negar que la calidad ha ido cayendo en picado hasta tocar fondo con ¡El Cielo se nos cae encima! (¿Qué pintaban marcianos y superhéroes en la aldea gala?). Sin embargo, al César lo que es del César –nunca mejor dicho- y aún con el inmenso talento de Goscinny Astérix, Obélix y todo el magnífico reparto de la serie difícilmente serían lo que son de no haber contado con la participación de Albert Uderzo. Su espléndidos diseños, la expresividad de sus personajes o el dinamismo y detalle de cada viñeta son elementos fundamentales y perfectamente reconocibles para este hito de la historieta. Así que, ¿cómo puede negársele su condición de autor? Servidor siempre ha creído que el cómic es un arte mixto. No se trata de un guión con dibujos ni de unas ilustraciones acompañadas por letras. El cómic es el resultado de la combinación de ambos, no pudiendo existir cuando se dan por separado. Es un claro ejemplo de que el todo puede ser mayor que las partes. Si contradiciendo eso resulta que Uderzo no es un autor ¿Qué podemos pensar entonces de dibujantes como Giraud/Moebius, Rosinsky, Boucq, Marini, Bernet, Alberto Breccia, Juan Gimenez o tantos y tantos otros dibujantes del cómic europeo? No es posible negar a su labor un sello personal y unas virtudes intrínsecas, que marcan de manera reconocible el resultado final, contribuyendo a su éxito. Eso por no trasladarnos a otros mercados como el japonés (ahí están dibujantes irrepetibles como Goseki Kojima, Tetsuo Hara o Ryoichi Ikegami) o el americano (Jack Kirby, Steve Ditko, John Buscema, Alex Toth, John Romita, Joe Kubert… la lista es interminable). Incluso se han llegado a dar situaciones inversas a la vivida por Uderzo, como fue el caso de Bob Kane y su vergonzoso trato al guionista Bill Finger a propósito de Batman.
A título personal, si me dan a elegir siempre preferiré un buen guión en manos de un dibujante mediocre antes que un dibujo de primera fila para la más estúpida de las historias. Y seguro que otros pueden pensar lo contrario. Sin embargo a poco que se sepa ambas posturas deberían tener en común que el comic, como medio artístico y de comunicación, funciona tanto en el plano de los textos como en el de las imágenes. Para lo bueno y para lo malo. Alguien debería decírselo a los de Hacienda.
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