Y, El Último Hombre #4: Palabra de Seguridad ECC prosigue la publicación de la imprescindible obra Vértigo
Hemos tenido que esperar un poco más de la cuenta pero, al fin, este mes tenemos la oportunidad de continuar disfrutando de la reedición de una de las series Vértigo más valoradas por todos los aficionados. Y, El Último Hombre sigue su andadura sin prisa pero sin pausa, aproximándonos ya al ecuador de la serie que convirtió a Brian K. Vaughan en la estrella del cómic que es hoy. Tras presentar adecuadamente a los personajes protagonistas (en los primeros volúmenes), y examinar de cerca la nueva sociedad mundial y su decadencia (en el tercer tomo), toca en esta ocasión regresar al argumento central de la colección y poner rumbo otra vez hacia el misterioso laboratorio de la Doctora Mann, en el que supuestamente se encuentra la salvación de la raza humana. O al menos, de su parte masculina.
Vaughan propone en Palabra de Seguridad una curiosa mezcla entre diversos temas que hemos ido viendo hasta ahora en la serie, lo que provoca que este tomo tenga un estilo y una “personalidad” que marcará también el tono del futuro de la serie, que parece que se asienta en explorar la psicología de su protagonista en relación a la nueva sociedad post-apocalíptica en la que se encuentra. Pero además, el guionista da un paso más, al entrar en juego un tema que hasta los números anteriores se encontraba en segundo plano, esperando el momento perfecto para plantarse en la cara de los lectores y del bueno de Yorick,: la sexualidad. Y es que en un mundo sin hombres, el único varón vivo tiene mucho que decir sobre el sexo (o al menos eso parece que piensan algunas de las supervivientes). Vaughan utiliza el sexo no solo como un elemento que se presenta clave para asegurar la supervivencia de la humanidad, sino también como símbolo de la “vieja sociedad” y de la necesidad del equilibrio, de esa “palabra de seguridad” a la que alude el título del volumen, que en las prácticas sexuales de dominación y sumisión se presenta como lo único que impide al dominante traspasar los límites físicos o emocionales del sumiso.
Precisamente, el equilibrio, es también otro tema que se toca en este tomo. O más bien, la igualdad. Y no solo en el sentido positivo (los hombres y mujeres pueden desempeñar los mismos trabajos, tener los mismos apetitos y virtudes, independientemente de su sexualidad), también, para desgracia de nuestros héroes, en el negativo (tanto hombres como mujeres pueden ser condenadamente despiadados según las circunstancias). El escritor construye de esta manera, casi sin que nos demos cuenta, una increíble panorámica que le permite al lector meternos aún más en el contexto de la historia y en la conciencia de los personajes.
Todos los secundarios que se presentan en estos números (Agente 711, Hijas de Arizona, P.J.) cobran especial importancia para comprender todos estos temas a los que aludimos, y sirven también para cambiar nuestra percepción sobre Yorick. Hasta ahora Yorick se nos presentaba como un héroe involuntario, pero un héroe tópico y típico al fin y al cabo, superado y atrapado por las circunstancias. Esta situación cambia aquí también al enfrentar a Yorick con los traumas del pasado y con el papel clave que debe jugar en el futuro, un papel por el que mucha gente, como hemos visto tanto en estos números como en los anteriores, parece estar dispuesta a dar su vida.
Hay que destacar, para finalizar, el excelente apartado gráfico de esta entrega. Si ya en las entregas anteriores Pia Guerra realizaba un trabajo notable, en esta ocasión, además del trabajo de la ilustradora canadiense, encontramos a Goran Parlov, encargado del arte de los números de la saga del “desierto”. Parlov, conocido especialmente por su trabajo en el Punisher de Garth Ennis, complemente perfectamente el estilo de Guerra, y aporta un tono western a su historia, difícilmente superable. Llama la atención la habilidad del croata para plasmar las reacciones de los personajes. Una enorme aportación para el que es sin duda el volumen más interesante y “redondo” de los que llevamos de colección.
|
|
|