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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Fuerza-X: El lado frívolo de la (super)fama.

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 23/04/2014
La Atalaya del Vigía

El fondo argumental de las series mutantes de Marvel siempre se ha caracterizado por incidir en su condición de metáfora del racismo y/o de la angustia existencial de la adolescencia.Al menos hasta que Peter Milligan y Mike Allred se ocuparon del relanzamiento de X-Force.

X-Force nació de la mente del polémico Rob Liefeld, que había trasformado a los protagonistas de Los Nuevos Mutantes en una especie de comando paramilitar a la moda de los héroes violentos y despiadados tan de moda en los 90. Tras la marcha de Liefeld a Image la serie empezó a dar tumbos manteniéndose por pura inercia. Al menos hasta que Joe Quesada se convirtió en editor jefe.

Joe Quesada decidió lanzar una colección rompedora y personal con la ayuda de dos autores únicos: Peter Milligan y Mike Allred


En un movimiento tan inspirado como sorprendente, Quesada entregó la serie a dos autores con un estilo tan rabiosamente personal como Peter Milligan y Mike Allred. Contando con total libertad creativa ambos se hicieron cargo de la serie en su #116 USA, conservando del original únicamente el título y la numeración. En esa primera entrega ambos presentaron una alineación de personajes completamente nueva para… ¡Matarles violentamente pocas páginas después! El nuevo equipo –y sus inmediatos sustitutos- estaban a las órdenes Spike Freeman, un irresponsable multimillonario adicto a las emociones fuertes que ha formado su propio equipo de superhéroes mutantes con fines empresariales. Los miembros del equipo son seleccionados mediante un casting en base a estudios de mercado. Y su labor como superhéroes se basaba en el impacto mediático de sus misiones y los posibles ingresos publicitarios generados. Unos superhéroes con más de estrella de cine y concursante de realities televisivos que de ejemplo cívico. Los propios protagonistas -que no tienen reparos en usar sus poderes de la forma más violenta posible, incluso entre ellos mismos- son plenamente conscientes de su fama, estando interesados únicamente en los beneficios que esta les proporciona.

Superhéroes como estrellas mediáticas en oposición a la clásica figura altruista presentada por la Casa de las Ideas


Milligan sustituía así el paradigma de “temidos y odiados” habitual en las series mutantes por el de “queridos y envidiados”, permitiéndole asimismo lanzar abundantes reflexiones tan irónicas como certeras sobre la actual cultura de masas y su vacuidad. Aunque el reparto de la serie varia a lo largo de la misma –el índice de mortalidad de los protagonistas es inusualmente alto-, la serie gira sobre un grupo de atípicos personajes de los que casi importa más su peculiar personalidad y como encaran su condición de estrellas que sus poderes. Personajes como U-Go Girl, Anarquista, Chica Muerta, Grasas o Vivisector exhiben un ego desmedido, capaz de todo por arañar mas portadas y contratos publicitarios. Algo que no obstante esconde en cada caso una serie de traumas personales de muy diversa índole. Mención aparte merecen Guy Smith “El Huérfano” –el único con algo similar a una conciencia- y el enigmático Doop –una suerte de humanoide verde y flotante que habla un idioma ininteligible y cuyos poderes están rodeados de misterio.

El índice de mortalidad de los integrantes de este X-Force es inusualmente alto


Si el enfoque de Milligan ya es de por sí inusual, el grafismo que Allred imprime a sus guiones no se queda atrás. Su estilo claro, basado en trazos gruesos y sencillos con un predominio de masas de color plano uniforme, convierte a la serie en una suerte de ilustración de pop art en plena sintonía con lo iconoclasta de sus argumentos y diálogos. Un estilo que con su clasicismo proporciona una cuidada distancia irónica a toda la violencia y cinismo vertidos por el escritor.

Los autores no se salvaron de la polémica debido a una saga que traía de vuelta a ¡¡¡Lady Di!!!


Fama, dinero, poder, sexo, drogas, violencia, criticas a cultura de los medios y a la política estadounidense, un cambio de nombre -la serie fue cerrada en el #129 y reemplazada por otra cabecera llamada X-Statix-, polémicas varias –los autores planearon una saga en la que “resucitaban” a la difunta Lady Di para convertirla en miembro del equipo hasta que los editores les pararon los pies- juegos metanarrativos y un punto de parodia del género superheroico son los ingredientes de esta inusual y provocativa propuesta. Una combinación a la que sus propios autores decidieron poner fin por voluntad propia tras cuarenta entregas repartidas entre las dos cabeceras.

Consciente de lo irrepetible y personal del resultado la propia Marvel decidió, en un raro gesto de contención, cerrar la serie en vez de asignarla a otros autores. Un veto que solo el propio Milligan parece autorizado a romper, recuperando ocasionalmente a sus personajes para miniseries como Lobezno/Doop (junto a Darwin Cooke), X-Statix Presenta: Chica Muerta (ilustrada por Nick Dragotta) o la ya anunciada All-New Doop (dibujada por David Lafuente). El inicio de su reedición por parte de Panini supone una oportunidad de oro para aquellos que en su momento la dejaron escapar.


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