Jóvenes Vengadores: Segundas partes sí mejoran
En el reciente repaso a la actualidad de la franquicia vengadora, un servidor pasó de puntillas por el nuevo volumen de Jóvenes Vengadores. La razón es que, a pesar del nombre, la conexión con la citada franquicia es prácticamente testimonial. Algo que posiblemente contribuya a que, en voz baja y sin hacer ruido, la serie se haya convertido en una de las lecturas más estimulantes de la actual Marvel.
La creación de la cabecera hace ya casi nueve años supuso una agradable sorpresa que recuperaba la tradición de los superhéroes juveniles un tanto abandonada por la editorial. Pese a la inexperiencia del guionista televisivo Allan Heinberg en el medio y a unos personajes (casi) completamente nuevos que a priori no pasaban de ser copias juveniles de otros más conocidos, la serie pronto se hizo notar. Su apuesta por primar los personajes por encima de la acción, su autenticidad en el retrato de la personalidad, diálogos y preocupaciones adolescentes y el espléndido dibujo de Jimmy Cheung fueron los responsables. Sin embargo los compromisos de ambos autores motivaron una publicación errática, apenas solventada con la miniserie La Cruzada de los Niños.
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Los remozados Jóvenes Vengadores de Kieron Gillen y Jamie McKelvie se han convertido en una de las más gratas sorpresas de Marvel Now! |
Cuando Marvel presentó entre sus recientes lanzamientos un nuevo volumen de la serie a cargo de otros autores, muchos fueron los que levantaron su ceja en señal de incredulidad. La llegada de Kieron Gillen y Jamie McKelvie supuso inevitables cambios en la cabecera pero estos no han sido para mal. De hecho han supuesto la transformación de esta segunda temporada en algo aún mejor.
Manteniendo solo tres de los miembros originales -Wiccan, Hulking y la nueva Ojo de Halcón-, Gillen añade a la rejuvenecida versión de Loki –a la que tanto partido ha sacado en su estancia en las series de Thor- y una nueva y temperamental versión hispana de Miss América, además de recuperar a personajes de potencial inexplotado como Marvel Boy o Prodigio, proveniente de la fenecida New X-Men. Sus guiones siguen la estela previa de primar la caracterización de los personajes en base a problemas amorosos (el triangulo formado por Wiccan, Hulking y Prodigio, la problemática relación entre Kate Bishop y Noh-Varr), incomprensión por parte de los adultos, decisiones vitales y una exploración del concepto de angustia adolescente. Todo ello en una trama que incluye parásitos alienígenas, viajes a otras dimensiones, paradojas temporales y demás componentes fantásticos, aderezados por un eficaz sentido del humor y continuas píldoras de cultura pop en forma de referencias musicales.
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La inventiva visual de los autores nos sorprende continuamente con páginas cercanas a la experimentación del cómic independiente |
Pero si hay algo por lo que destaca esta nueva andadura es por su deliciosamente experimental narrativa. Mano a mano con McKelvie y su trazo propio de la escuela de línea clara, prácticamente cada numero ofrece alguna secuencia que llama la atención por su original ejecución argumental y/o gráfica. Elaboradas composiciones de página dotadas de un significado propio, rupturas de la cuarta pared, uso del color, textos de apoyo ó separaciones entre viñetas como elementos de los que los propios protagonistas son conscientes… Un estudiado despliegue de filigranas metalingüísticas se suceden con una maestría propia de Grant Morrison pero sin el tono denso y críptico que suele caracterizar los experimentos de éste. Todo lo contrario, ya que la ligereza y la eficacia del argumento priman sobre la complejidad desplegada por los autores a la hora de plasmarlo en viñetas.
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Gillen y McKelvie han decidido despedirse de su creación cuando la colección se encuentra creativamente en lo más alto |
El resultado es un soplo de aire fresco que se asemeja más al comic más rabiosamente independiente (Scott Pilgrim o Umbrella Academy serían sus parientes más próximos en cuanto a formulación) que al típico producto mainstream facturado conforme a una plantilla. Una obra que además se adivina como una historia compacta que, aunque fácilmente podría haberse prolongado, sus autores han decidió concluir tras apenas quince números mientras la serie está en su punto más alto. Sería una estupidez por parte de Marvel no dar continuidad al asunto. Será una prueba difícil para el posible sustituto estar a la altura del listón fijado por este segundo volumen.
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