Los muchos orígenes de Superman
Coinciden en las librerías la publicación de DC Origenes: Superman (de Geoff Johns y Gary Frank) y Superman: Tierra Uno (de J.M. Straczynski y Shane Davis). Dos obras que recrean los orígenes del Hombre de Acero y dos muescas más en la lista de proyectos que en los últimos años se han acercado a la génesis del personaje. A priori nada extraño en una celebridad como ésta. Primero de los superhéroes, Superman cuenta con una trayectoria de 83 años a sus espaldas. Eso son varias generaciones de lectores que no tienen acceso al material original (al menos hasta los DC Archives) o bien poseen una sensibilidad cultural distinta que les hace repeler ese material tachándolo de trasnochasdo y/o infatiloide. Pero en el caso de Superman, la oleada de revisionismo de los últimos años obedece a motivos muy distintos.
Inicialmente no había complicación. Cuando Joe Shuster y Jerry Siegel publicaron el Action Comics nº 1 allí se resumía en pocas páginas el origen del personaje. Un personaje que tanto en lo gráfico como en lo argumental era distinto a la idea que del mismo ha pasado a la posteridad. Este primer Superman exhibía una S en su pecho de diferente color y forma, nada sabía de algo llamado kryptonita e incluso tenía diferentes poderes: no podía volar (solo “saltaba alto”) e incluso podía modificar la forma de su rostro para no ser reconocido (una habilidad que nunca jamás volvió a ser siquiera mentada). Con el paso de los años el personaje fue cambiando, añadiendo diferentes rasgos a su idiosincrasia e incluso llegó a generar diferentes versiones de sí mismo (Tierra-1, Tierra-2, etc). Esto último, extensible a la gran mayoría del Universo DC, acabó por convertirse en un caos de confusión editorial resuelta con Crisis en Tierras Infinitas. Tras dicho evento, John Byrne reinició al personaje en la miniserie El Hombre de Acero, volviendo al origen de Superman, simplificándolo (volvía a ser el último superviviente de su planeta, no tuvo aventuras como Superboy, sus padres adoptivos seguían vivos) y destilando la versión canónica del mismo. Durante años esa excelente miniserie fue la pieza maestra del personaje. Si alguien decidía retomar el origen tenía que hacerlo adaptándose a lo allí narrado o aprovechando los huecos de la obra de Byrne (Superman: para todas las estaciones, de Jeph Loeb y Tim Sale) procurando no contradecirla. Al menos así fue hasta 2003. El éxito de Smallville en TV y su peculiar relación amistad-odio entre unos jóvenes Clark Kent y Lex Luthor llamó la atención de los editores, que decidieron incluirla en la continuidad oficial. Mark Waid escribió entonces Superman: Legado, donde volvía a la adolescencia del protagonista para narrar sus primeros encuentros con Luthor. Pese a la habilidad de Waid para hilar la continuidad, esto contradice lo narrado por Byrne. Queriendo o no, se abría así la puerta a recuperar elementos pre-Crisis (Supergirl, Krypto, etc) y lo que es peor: a que reescribir el origen del personaje acabe siendo práctica común. Ni siquiera hace falta que pertenezca a una continuidad (caso de All-Star Superman de Morrison y Quitely).
Y en esto llegó la ley. Tras décadas de pleitos y juicios, los herederos de Schuster y Siegel consiguen arrebatar a DC parte de los derechos del personaje. En concreto lo concerniente al Action Comic Nº1. De manera que a partir de 2013, si DC (o Warner, su propietaria) quiere narrar el origen de Superman, deberá llegar a un acuerdo económico con los citados hereros. Una situación que seguramente será (si no lo ha sido ya) recurrida ante los tribunales, alargando el pleito y con ello el uso del origen de Superman durante años. Sin embargo, esa situación legal es lo que últimamente ha llevado a revisitar -casi obsesivamente- el origen de Superman en obras como las citadas al principio del texto. También ha provocado que la nueva versión cinematográfica a cargo de Zack Snyder se esté realizando a toda velocidad tras casi un lustro en dique seco. El verdadero problema es que ninguna de estas nuevas versiones aporta gran cosa a lo ya visto. Es una pena que editores y productores no parezcan saber que una historia de Superman puede ser algo más que la de su origen.
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