Y, El Último Hombre #8: Dragones de Kimono La imprescindible serie se acerca a su conclusión
Y, El Último Hombre #8: Dragones de Kimono USA - 2014 Guionista:Brian K. Vaughan Dibujante:Goran Sudžuka, Pia Guerra
Editorial:ECC Ediciones -
144 páginas - color
Precio:13,95€
AVISO: Éste artículo contiene posibles spoilers. En él se revelan aspectos argumentales que el lector podría preferir descubir por sí mismo.
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La búsqueda de Ampersand, el mono capuchino que guarda en su interior el secreto de la extinción del género masculino sobre la tierra, ha terminado. Brian K. Vaughan sella en este octavo número de la reedición de Y, El Último Hombre una nueva etapa de la serie, una etapa centrada en la sociedad mundial surgida tras la catástrofe con la que se originó la colección y, por supuesto, centrada en Yorick y su peculiar grupo, que cada vez parece más cerca de desentrañar la conspiración que lo puso todo en juego. O, repetimos, al menos eso parece.
Dos características definen Dragones de Kimono. Por un lado, un aún más parlanchín que de costumbre Yorick Brown, con cada vez más confianza en sus amigas después de tres años de viaje. El guionista norteamericano pone en boca del joven mil y una referencias a la cultura popular en estas páginas, como si se retase a sí mismo a ver cuántas puede poner en un solo número. Star Trek, Twin Peaks, Akira… una y otra vez Yorick conecta con el lector, con su mundo, haciendo más familiares las escenas, con diálogos naturales y sencillos, los mismos que tú o yo podríamos decir en esas mismas circunstancias o parecidas. Y es que el humor es prácticamente lo mejor que puede utilizar nuestro protagonista para paliar la tensa situación en la que se encuentra tanto él como una 355 que cada vez forma una pareja mejor con Yorick, que incluso se atreve a confesarle las dudas que sabemos todos que le atormentan de un tiempo a esta parte. Toda la situación empeora aún más al descubrir que la yakuza japonesa no está tan cambiada como uno podría esperarse (aunque con una curiosa líder).
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La búsqueda de Ampersand ha terminado y Vaughan nos presenta las líneas argumentales que nos llevarán a la esperada conclusión de esta imprescindible serie |
No desvelaremos mucho más, pero como decíamos al inicio la línea argumental que los llevó al país del Sol Naciente finaliza por tanto aquí, y no lo hace con especial brillantez pero si con una seguridad aplastante. La misma que tiene el escritor para llevar con paso firme a sus personajes en esta recta final de la serie. Una vez más el trabajo de Vaughan a la hora de establecer los acontecimientos es algo que debemos valorar con mucha positividad, por más que en algún momento peque de cierta previsibilidad, quizás por lo humano de todas las situaciones. Pía Guerra y Goran Sudžuka son igualmente previsibles… previsibles en su calidad constante. En todos los volúmenes han rayado al mismo nivel, y en este ese nivel no baja, siempre combinando acertadamente sus estilos, mimetizándose con el guión. Sería impensable imaginar Y, El Último Hombre ahora sin su trabajo, realista, crudo, pero siempre con el foco apuntando al lugar correcto. Sin alardes, como la misma serie, pero con una seguridad tan aplastante como la de su creador.
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El tomo nos sumerge en la cultura y la idiosincrasia japonesa de esta realidad sin hombres |
La otra característica que define este volumen es la forma en la que Vaughan encara la cultura y la idiosincrasia japonesa a través del personaje de la doctora Mann. La visita a su antiguo hogar acompañada de Rose se convierte en una pesadilla cuando la bióloga descubre la verdad tanto de su madre como de su nueva y, aparentemente, enamoradiza compañera. Una de las principales antagonistas de la colección reaparece para poner patas arriba la situación y sembrar aún más dudas al lector sobre su misterioso o misteriosa mecenas. Todo ello sirve a Vaughan para hablarnos de la hipocresía japonesa, del conflicto entre lo clásico y lo moderno que se produce tanto en su sociedad como en la mente de sus ciudadanos. Nos habla entre líneas de la lucha por la libertad sexual, de no encadenarse a una sociedad patriarcal. Y, también, porque no decirlo, nos habla de los límites éticos y morales que estamos dispuestos a cruzar en favor de nuestros sueños. Igual que sucedió con 355, la vida de Mann pasa ante nuestros ojos en una serie de flashbacks que nos ayudan a entender mucho más al personaje y su importancia capital en la serie.
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Vaughan sigue plagando los diálogos de referencias culturales y mediáticas |
Como siempre, Vaughan además de avanzar nos pone la miel en los labios mirando a los lados y descubriendo detalles de lo que ha sucedido y está sucediendo en el resto del mundo. Así, en Washington descubrimos qué ocurrió el día después de la muerte de la madre de Yorick. Mientras, en Kansas otras antiguas antagonistas localizaban a nuestras amigas gemelas y su bebé. ¿De qué forma están todos estos sucesos relacionados con el último hombre vivo? ¿Quién maneja los hilos de la extinción del género masculino? ¿Será Ampersand realmente la clave de todo? No queda nada, o eso parece, para contestar a todas estas preguntas. Lo único de lo que estamos seguros es de que el trabajo de Vaughan en esta serie es realmente ejemplar, y aunque seguramente mereciese una reedición de mayor lujo, lo importante es que ocho volúmenes más tarde seguimos disfrutando como el primer día de sus personajes y tramas.
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