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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"He atravesado incontables dimensiones distintas y realidades paralelas, y aún no he encontrado un problema que no pueda resolverse con una serie de balas bien dirigidas." Marvel Boy / Reinado Oscuro: La Lista
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Fredric Wertham: El hombre que (casi) mato al cómic (II).

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 24/09/2014
La Atalaya del Vigía

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En la anterior Atalaya hablamos de cómo las teorías del Dr. Wertham y la creación del Comics Code Authority (CCA) cambiaron radicalmente la percepción del mundo del cómic. El efecto que este nuevo orden tuvo sobre el medio fue caótico. Editoriales como EC tuvieron que replantear por completo sus publicaciones, centrándose exclusivamente en cabeceras de humor como la revista MAD. Otras como Quality tuvieron que cerrar sus puertas y vender los derechos de sus personajes. Pero lo más grave fue el perjuicio provocado a la creatividad de sus autores. Sujetos a fuertes restricciones, muchos guionistas y dibujantes tuvieron que limitarse a historias planas y mecánicas, realizando cambios absurdos en sus personajes para poder continuar su labor.

Tras el ataque al cómic de Wertham, las editoriales tuvieron que centrase en cabeceras de humor como la célebre MAD


La madurez del cómic como medio fue abortada, solo mantenida por autores underground que trabajaban fuera del sistema o por avispados editores como James Warren. Este último consiguió burlar el Code aprovechando una serie de resquicios legales. Cabeceras como Creepy o Eerie recuperaban temáticas como el crimen y el terror con contenidos más explícitos, esquivando la censura debido a su formato. Al ser calificadas como revistas -un formato editorial distinto al cómic- dichas cabeceras no estaban sujetas a las directrices del CCA. Sin embargo esa misma calificación hacía que no pudiesen ser comercializadas por los mismos cauces que los tebeos, limitando su público potencial.

Stan Lee retó al Comics Code Authority con esta historia de Spiderman


El renacer de Marvel a principios de los 60 fue el inicio de un largo y lento camino de recuperación. La obsesión de Stan Lee de ubicar a sus personajes en el mundo real le llevó a tocar elementos que bordeaban la prohibición. El punto de inflexión fue la publicación en 1971 de una historia de Spiderman (Amazing Spiderman #96-98) relacionada con el consumo de drogas y sus consecuencias. La historia fue rechazada pero Lee, considerando el valor educativo de esta, decidió publicarla sin cambios. Dicha historia se convirtió en el primer cómic sin sello de aprobación de la CCA en años. Pese a las restricciones que sufrió su distribución la historia fue un éxito, demostrando que prescindir del Code podía ser comercialmente viable.

El consumo de drogas y sus horribles consecuencias eran el eje central de esta saga arácnida


Ante esta situación y temiendo perder su control sobre el medio, el Comics Code Authority comenzó a revisar su normativa de forma periódica, haciéndola más permisiva y permitiendo (con ciertas reservas) el uso de elementos antes prohibidos. La puerta se había abierto y editores y autores comenzaron a incluir elementos como drogas, monstruos o crímenes. Los argumentos empezaron tocar temas como la denuncia social y política, el racismo y la homofobia. Diálogos y dibujos pasaron a presentar contenidos más maduros. Todo lo cual redundó en una mayor creatividad y calidad, redescubriendo las posibilidades un medio considerado menor e infantil en buena parte sin verdadero conocimiento del mismo.

Poco a poco, el Comics Code tuvo que replantear sus asfixiantes líneas de control y permitir al medio tratar temas más relevantes


A partir de la década de 1980, y aunque la mayoría de sus publicaciones seguían llevando el sello de aprobación en la portada, la editoriales comenzaron a prescindir del Comics Code en favor de la autorregulación. Líneas editoriales como Epic y Vertigo comenzaron a lucir un pequeño rotulo de “para lectores adultos”, pero en la práctica no había trabas para su comercialización. Las nuevas editoriales como Dark Horse e Image ni siquiera se sometieron al Code, mientras que grandes sellos como Marvel y DC renunciaron de forma explícita a este a principios del siglo XXI. Con la renuncia de Archie Comics en 2011 el Comics Code fue eliminado de forma oficiosa, al no existir ya ninguna editorial que se sometiese al mismo. Casi en paralelo a esta defunción, en 2010 la universidad de Illinois publicó una investigación sobre la elaboración de La Seducción del Inocente. Las conclusiones de la misma demostraron que Fredic Wertham había manipulado, malinterpretado e incluso fabricado pruebas para justificar su discurso de denuncia contra los cómics.

Sellos editoriales como Vertigo -línea adulta de DC- decidieron abandonar el Comics Code


Lo cierto es que aunque parezca felizmente superado, todo este asunto frenó el desarrollo de un medio durante varias décadas, amordazando su capacidad creativa y condenándolo a una valoración despectiva que aún pervive (aunque sea inconscientemente) en la mente de muchos. Quizá en la actual coyuntura parezca imposible que una situación como esa se repita. Pero si algo hemos aprendido de los cómics es que el villano siempre está listo para volver a atacar con más fuerza. Por el bien del medio y sus futuros autores y lectores, convendría tenerlo presente.


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