Batwoman: Vicisitudes de una heroína diferente
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El último tomo de Batwoman publicado por ECC supone un punto de inflexión en el devenir de la serie, tanto a nivel argumental como editorial. Momento adecuado para revisar la trayectoria de un personaje convertido en uno de las más interesantes del catalogo de DC.
Nueva versión del personaje homónimo creado en los años 50, Kate Kane tiene poco en común con su predecesora más allá del nombre. Nacida en las páginas de 52, la actual Batwoman tiene varios padres creativos pero la responsabilidad principal puede atribuirse a Greg Rucka. Dotado de un don especial para trabajar sobre mujeres fuertes e independientes sin renunciar a su feminidad, el escritor la destacó como uno de los personajes más interesantes de la macrosaga. Ni su condición de enésimo derivado de Batman ni su orientación lésbica – un elemento este último manejado con total naturalidad- consiguió eclipsar la personalidad de una heroína que, por méritos propios, dejaba al lector con ganas de saber más. Los editores rápidamente se dieron cuenta y aprovechando las consecuencias de Batman R.I.P., cedieron a Batwoman el protagonismo de Detective Comics. Fue allí donde el personaje encontró a su otro gran valedor: el dibujante J.H. Williams.
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Los impresionantes e inigualables diseños de página de J.H. Williams han convertido su estancia en Batwoman en un deleite para los aficionados al cómic |
A estas alturas listar las virtudes de Williams es tan redundante como inevitable. Sus alucinantes planificaciones de página, su habilidad para modificar su estilo sin perder coherencia gráfica, su manejo de las sombras y su superlativo uso del color -atentos al contraste entre la piel blanco porcelana, el traje negro brillante y la cabellera rojo fuego de la protagonista- hacen de cada página un festín para la visión. Por suerte semejante despliegue visual estaba al servicio del guión de Rucka, rodeando a Kate de secundarios como el ex-coronel Jacob Kane, su padre y asistente; o Alice, enloquecida villana obsesionada con Lewis Carroll que resulta ser su hermana gemela supuestamente fallecida. Diez entregas donde el suspense primaba sobre la acción y la presencia del resto de la editorial se reducía a una breve aparición de Batman.
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Tétricas tramas, villanas psicopáticas y personajes tridimensionales son la tónica de la colaboración entre Williams y Greg Rucka en Detective Comics |
Dispuestos a explotar el filón y retener al dibujante, DC concedió a Batwoman su propia cabecera con Williams como autor completo. Ayudado en los guiones por Haden Blackman, Williams continuó la línea iniciada por Rucka repescando tramas -la Religión del Crimen, la Agencia DEO- y personajes –Flamebird de los Jóvenes Titanes, convertida en sobrina de la protagonista y ayudante en sus aventuras; la policía Maggie Sawyer, nuevo interés amoroso; Cameron Chase, el director Bones- de la continuidad editorial, creando otros nuevos –la organización criminal Medusa- y procurando el equilibrio entre desarrollo de personajes y los elementos habituales del género. Quizás es en el dibujo donde la serie tiene sus mayores altibajos, debido al rimo de trabajo y otros compromisos profesionales del autor. Si bien sus sustitutos aportan un nivel bastante alto –Amy Reeder Hadley, Francesco Francavilla, Trevor McCarthy- las ocasionales ausencias de Williams en el apartado gráfico se hacen imposibles de ignorar.
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A pesar de la indudable calidad de los artistas invitados al título, nadie puede igualar el trabajo de Williams con Batwoman |
Convertida en una suerte de oasis dentro de los Nuevos 52 -la ocasional presencia de personajes invitados como Wonder Woman o Killer Croc nunca entorpece el argumento-, Batwoman continuaba a su publicación sin problemas hasta que en el #17 Williams decidió plantear el matrimonio entre la protagonista y su pareja. La homosexualidad del personaje, que proporcionó reconocimiento y halagos a DC su por tratamiento del tema dentro del género, pasó de repente a ser un tema controvertido y la editorial pidió a Williams que eliminara dicha trama. Una decisión que trastocaba todos sus futuros planes para la serie, por lo que este se negó a acatarla. Las diferencias creativas se saldaron con la marcha ¿voluntaria\? del autor tras el #24, dejando inconclusas varias tramas.
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La orientación sexual del personaje -otrora loada orgullosamente por DC- y sus planes de boda con su compañera se convirtió en un problema para la editorial que llevó al abandono del título por parte del artista |
A falta de ver como Mark Andreyko -nuevo guionista impuesto por la editorial- lidia con las consecuencias de semejante embrollo, resulta lamentable que una etapa tan interesante y especial se haya visto truncada de forma tan absurda. A los lectores nos quedan treinta y cuatro números en dos series que merece la pena descubrir y/o recuperar, responsabilidad de los ilustradores más punteros de cuantos trabajan actualmente en el medio.
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