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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Transmetropolitan: Crónicas del futuro presente

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 07/01/2015
La Atalaya del Vigía

Con la reedición de Transmetropolitan la editorial ECC recupera el último título señero del sello Vértigo de la década de 1990. Una serie que amplió las fronteras temáticas del citado sello, consagrando a sus autores y dándonos a Spider Jerusalem, uno de los personajes más ácidos, insobornables y carismáticos del comic USA.

Transmetropolitan nació en 1997 como parte de Helix, sello editorial con el que DC esperaba replicar la formula de Vertigo aplicándola a la ciencia-ficción. Su responsable era Warren Ellis, guionista británico con fama de virulento provocador que afrontaba aquí su primera oportunidad de elaborar una obra personal con plena autonomía (derechos de autor incluidos). Ellis construyó un fresco sobre una hipertecnificada sociedad futura que era, en realidad, un retrato exagerado del presente, permitiéndole disertar sobre aspectos de la sociedad actual. Para ejercer esa labor de cronista creó al periodista Spider Jerusalem, inspirado en la figura real de Hunter S. Thompson, polémico reportero, escritor y figura señera de la contracultura norteamericana.


Hastiado del mundo y recluido en las montañas, un contrato incumplido obliga a Spider a abandonar su retiro para reencontrarse con aquello que más detesta: la moderna civilización y sus mentiras, desigualdades e injusticias. Convertido en columnista de un diario online, mediante sus artículos para la sección Odio Todo Esto diserta sobre elementos como el racismo aplicado a los trasientes –híbridos de humano y alienígena-, el abuso de poder policial, la hipocresía de las religiones organizadas, las miserias de la programación televisiva o la exclusión social de los revivos –gente criogenizada y despertada en el futuro-. Todo mediante la sarcástica mirada de un protagonista misántropo, malhablado, adicto a las drogas de diseño, cínico y provocador pero, al mismo tiempo, con una dedicación profesional intachable y un compromiso obsesivo con la verdad.


Los primeros números presentan a personajes –el editor Mitchell Royce; la ex-stripper y guardaespaldas Channon Yarrow; el farsante líder de la comunidad trasiente Fred Cristo- y tramas que desarrollara más tarde. Pero no es hasta el #13 cuando la serie presenta sus verdaderas cartas. El cierre de Helix y el traspaso de la cabecera a Vertigo dió al guionista la tranquilidad creativa necesaria para presentar una trama principal relacionada con las elecciones presidenciales. El enfrentamiento, cada vez más recrudecido, entre Spider y el egomaniaco y corrupto candidato Gary Callahan –alias El Sonriente- durante el proceso electoral y su posterior mandato se convierte en el motor de la serie. Secundado por sus “asquerosas ayudantes” (sic) Channon y Yelena Rossini, Spider inicia una minuciosa investigación para destapar los trapos sucios del nuevo dirigente y forzar su caída. Una peligrosa partida de ajedrez que el protagonista se empeña en terminar cueste lo que cueste. Incluso al precio de su propia vida.


Transmetropolitan combina las hechuras del thriller político con elementos de crónica social y la obsesión de Ellis por las nuevas tecnologías y su repercusión sociocultural. Un conjunto barnizado por el humor más negro, corrosivo y políticamente incorrecto que uno pueda echarse a la cara, alternando momentos y personajes delirantes con un fondo critico y amargo. Estéticamente la serie bebe de la corriente cyberpunk desarrollada por novelas, películas y comics como Neuromante, Blade Runner y Akira, mostrando una ambientación urbana futurista que los lápices de Darick Robertson plasman con minucioso detalle. Lápices que, además de elaborados fondos, aportan una narración dinámica y una expresividad en sintonía con los personajes y sus vivencias. Tal vez en ocasiones el dibujo pueda parecer descuidado en lo referente a la fisonomía, pero Robertson lo compensa sobradamente con una regularidad a prueba de bomba. La guinda del pastel grafico la ponen las portadas, donde el dibujante se alterna con lujosas firmas como Geof Darrow, Frank Quitely, Jim Lee, Matt Wagner, John Cassaday o el mismísimo Moebius entre otros.


Finalizada en 2002 tras sesenta números, el paso del tiempo no solo le ha sentado estupendamente a Transmetropolitan sino que ha acrecentado sus virtudes. La actual coyuntura de medios digitales, la mayor integración y dependencia tecnológica en la vida cotidiana, el auge del activismo social y los numerosos abusos y corrupción política que inundan la actualidad informativa parecen replicar lo anunciado en una serie que, desde la ficción, nos abofetea para dirigir nuestra mirada al mundo que nos rodea.


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