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Los Invisibles: Luchadores caóticos de las dimensiones de la locura

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 11/02/2015
La Atalaya del Vigía

Recuperada por ECC, Los Invisibles tiene el honor de ser posiblemente la obra más personal y ambiciosa escrita por Grant Morrison. Pero en un guionista tan inclasificable como el escocés eso puede ser tanto una virtud como un problema. Y es que Los Invisibles goza de una premisa atractiva e ideas muy potentes, pero su desarrollo y plasmación son un escollo bastante difícil de salvar hasta para el lector más bregado.

Amparado por la libertad creativa de la entonces pujante línea Vertigo de DC y convertido en un cotizado guionista gracias a éxitos como Arkham Asylum o el relanzamiento de la JLA, Morrison lanzó Los Invisibles en 1994, contando la historia de un grupo subversivo que lucha de forma encubierta contra una raza de criaturas de otra dimensión que buscan controlar el mundo, convirtiendo a la raza humana en esclavos obedientes y sin voluntad. El protagonismo se reparte entre los miembros de una célula de dicho grupo revolucionario: King Mob, ex novelista, espía de ficción, gurú New Age, líder del grupo y álter ego del propio Morrison; Ragged Robin, viajera del tiempo con poderes telepáticos y maquillaje de payaso; Lord Fanny, travesti brasileño y chamán; Boy, ex-policía afroamericana de trágico pasado; y Dane McGowan, alias Jack Frost, delincuente de los suburbios de Liverpool que podría ser el nuevo mesías. Frente a ellos los Arcontes de la Iglesia Exterior, sus soldados mirmidones y agentes humanos infiltrados en las altas esferas políticas y económicas como Sir Miles Delacourt y Mr. Quimper.

Grant Morrison utilizó Los Invisibles para explorar sus conceptos más arriesgados, innovadores y salvajes


Si el simple repaso a los protagonistas ya invita al delirio, intentar resumir la trama de forma concisa resulta poco menos que desquiciante. Obra descaradamente postmoderna, Los Invisibles contiene elementos de acción, espionaje y ciencia ficción pasados por el tamiz de la teoría de la conspiración, el misticismo oriental, la experimentación con drogas, la crítica al totalitarismo, el discurso anarquista, la filosofía existencial, la ficción paranoica de Phillip K. Dick o la prosa ilegible de William Burroughs. En su lucha por la libertad los protagonistas se ven envueltos en viajes en el tiempo, abducciones alienígenas, viajes astrales, hechizos mágicos y complots relacionados con la cura del sida o la sucesión al trono de Inglaterra. En cada saga, en cada número, cualquier cosa puede pasar y los giros de guión se suceden a toda velocidad, sin apenas tiempo para asimilarlos y trastocando todo lo que creíamos saber.

La serie contó con un nutrido y desigual plantel de dibujantes


No es la primera vez que Morrison daba rienda suelta a su vena más experimental –véase su etapa en Doom Patrol- pero pocas veces lo ha hecho de forma tan directa y sin cortapisas. La serie incluye ideas, conceptos y personajes muy interesantes y que exigen cierta reflexión por parte del lector. Asimismo Morrison fuerza los límites narrativos del cómic como medio a través de elementos argumentales y visuales que juegan con la separación entre realidad y ficción. Por desgracia tanto concepto profundo, tanta referencia intelectual y tanta experimentación acaban por saturar al lector, dando como resultado una narración morosa, confusa y sin una estructura clara. A ratos el argumento parece una huida hacia adelante que funciona por pura acumulación. A esta falta de empatía se une el desigual nivel grafico de la serie, con un continuo baile de dibujantes de estilos y calidades muy distintas –Steve Yeowell, Jill Thompson, Phillip Bond, Mark Buckingham, Paul Johnson, Sean Phillips, Frank Quitely- que le hace un flaco favor. La prueba de ello es como en el volumen central, dibujando en su mayoria por Phil Jiménez, la lectura de la serie gana en fluidez y estabilidad.

La serie cuenta con el honor de tener las más extrañas portadas del imprescindible Brian Bolland jamás vistas


Dividida en tres volúmenes de veinticinco, veintidós y doce números cada uno –con la particularidad de que el último se publicó numerado al revés, a modo de cuenta atrás- Los Invisibles concluyó en el año 2000 dejando a sus lectores divididos entre los que creían estar ante una obra revolucionaria que trascendía al medio y los que la consideraban un experimento fallido con un punto de tomadura de pelo. Década y media después la discusión entre ambas posturas aún continúa. Como el propio King Mob diría, nada mejor que conocer la realidad por uno mismo.

King Mob: ex novelista, espía de ficción, gurú New Age, líder del grupo y ¡¡¡álter ego del propio Morrison!!!


P.D: sobre los parecidos con The Matrix (1999), con la que Los Invisibles comparte numerosos conceptos e incluso escenas enteras, mejor dejarlo para otra ocasión.


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