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Kick-Ass: Los (super)héroes que nunca lo fueron

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 25/02/2015
La Atalaya del Vigía

En cierta ocasión Mark Millar declaraba orgulloso como el editor de Marvel Dan Buckley le había definido como “un maestro de las ideas estúpidamente simples” (sic). Viendo la premisa de Kick-Ass es fácil preguntarse –tal y como hacen los propios personajes del cómic- por qué a nadie se le había ocurrido antes: narrar de forma completamente real y sin concesiones la historia de un chico corriente que quiere convertirse en superhéroe. El resultado “simpleza” dio pie a una franquicia multimedia que se ha convertido en la cabecera insignia del sello editorial del propio autor (Millarworld) así como en la obra más representativa de las virtudes y defectos de su creador.

Mark Millar creó una propuesta tan 'simple' que era una locura que no se le hubiera ocurrido a alguien antes: ¿Qué pasaría si un chaval decidiera convertirse en superhéroe en el mundo real?


Publicada en 2008 por Icon –el sello de autor de Marvel-, Kick-Ass narraba las desventuras de Dave Lizewski, un adolescente impopular y anodino que decide hacer realidad sus fantasías como lector de cómics vistiendo un llamativo uniforme y patrullando las calles para combatir el crimen por su cuenta y riesgo con el seudónimo de Kick-Ass. La aparición de imitadores como Red Mist, Big Daddy o la precoz Hit-Girl y la trama de crimen organizado en la que acaban involucrados permitía al guionista explotar el contraste entre las épicas, maniqueas y fantasiosas viñetas de colores brillantes y el patetismo, dolor y miseria de la cruda realidad. Los protagonistas, cuya cordura era más que cuestionable, se veían envueltos en situaciones de gran violencia (propia y ajena) bañadas por un humor negro y desmitificador. Millar tocaba a través de ello temas como el vacio culto a los famosos, el papel de internet y las redes sociales en la opinión pública, los sinsabores y decepciones de la adolescencia y la necesidad de madurar como individuos.

El apartado gráfico corre a cargo de un inspiradísimo y salvaje John Romita Jr.


La parte gráfica recaía en el veterano John Romita Jr, plasmando con efectividad el contraste entre los personajes de uniforme y la violencia, verosímil y con imágenes explícitas, de la trama. Quizá sus personajes gozan del estatismo que adolece su dibujo de los últimos años así como alguna ocasional desproporción, pero su narrativa funciona a plena forma, alternando versátilmente viñetas de rejilla, splah pages, planos detalle e imágenes panorámicas que aportan dinamismo a la trama.

La secuela de Kick-Ass nos presentó un mundo donde la decisión de Lizewski ha propiciado la aparición de más luchadores por la justicia


El éxito de la miniserie fue parejo al de su adaptación cinematográfica dirigida por Matthew Vaughn y realizada en paralelo al cómic. Tan en paralelo que el último capítulo fue publicado coincidiendo con el estreno del propio film. Pese a respetar la premisa y estética lo cierto es que la película se desviaba de la obra original, suavizando la visión de los personajes y dándole una conclusión más triunfal y fantástica que contradecía las conclusiones del cómic. Asimismo la Hit-Girl cinematográfica encarnada por Chloë Grace Moretz resultaba mucho más interesante que el propio protagonista. Dos cambios que tendrían una importante influencia en el devenir de la saga.

Desgraciadamente, los villanos también han proliferado y no se andan con chiquitas


Millar pronto puso manos a la obra con Kick-Ass 2, centrada en el fenómeno social de los héroes disfrazados y la aparición de sus equivalentes villanescos. Pero aunque la mezcla de acción y humor seguía siendo igual de virulenta e incluso mayor –como demuestra la secuencia de Red Mist, rebautizado como El Hijo Puta (sic), asesinando niños y violando a la ex-novia del protagonista-, todo el trasfondo critico parecía haberse esfumado, sustituido por una sucesión de escenas violentas cada una más brutal que la anterior pero menos que la siguiente. Idéntico balance tendría la miniserie Hit-Girl y su interesante punto de partida explorando las dificultades de la sangrienta vigilante para adaptarse a ser una niña normal. Desgraciadamente el resultado se quedaba en la superficie en favor del recital de escenas violentas. La secuela fílmica (basada en ambas miniseries) seguía la línea de su predecesora, con una narración mas light pero ya sin la novedad inicial y convirtiendo a Hit-Girl en la estrella de la función.

Kick-Ass 2 nos mostrará que pasa cuando héroes y villanos deciden enfrentarse en un combate multitudinario


Con la publicación la tercera miniserie Millar parece haber dado por agotado el filón, convertidos ya sus personajes en justicieros urbanos más que en los patéticos imitadores de superhéroes presentados inicialmente. El arte de Romita, aunque lejos de sus mejores trabajos, ayuda a dar empaque a una trama que cada vez contiene poco más aparte de una premisa básica que vender a los productores cinematográficos. Poca cosa a estas alturas. Demasiado para venir de quien viene.


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