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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"Sólo los libros fantásticos pueden transmitir la realidad desfasada en la que vivo." David B. / Epiléptico
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El ocaso de los veteranos

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 13/07/2011
La Atalaya del Vigía

El anuncio (tras años de desarrollo y cambio de protagonista) de Holy Terror de Frank Miller ha suscitado todo tipo de comentarios. Comentarios referidos más al autor que a la obra en sí. Sin querer entrar en el tema de la discutible calidad mostrada últimamente por el autor de 300, llama la atención ver cómo muchos de los autores que sentaron cátedra en el cómic USA actualmente parecen ignorados y/o despreciados por buena parte del fandom. Grandes nombres del cómic como Chris Claremont, John Byrne, Howard Chaykin, Jim Starlin, Walter Simonson, Neal Adams, Barry Windsor-Smith, Bill Sienkiewicz, Roger Stern, Paul Smith, Mike Mignola o el citado Miller entre otros siguen en activo pero su obra parece ha perdido en apreciación.

Ciertamente una comparativa entre el entonces y el ahora de algunos de esos autores demuestra una evidente diferencia de calidad. En algunos casos parece como si éstos se limitasen a reciclar mecánicamente ideas ya vistas (caso de Claremont y su X-Men Forever) mientras que la radicalidad de sus propuestas perjudica a otros a la hora de conectar con el lector (véase el Dark Knight Strikes Again ). Por otro lado, dibujantes como Byrne, Chaykin o Simonson dan muestra de haber perdido frescura y versatilidad en el trazo mientras que otros como Miller o Mignola directamente aparentan haber involucionado, perdiendo por el camino la expresividad y la capacidad narrativa. Ya no es tan fácil sorprender, pues lo que hace dos o tres décadas era rompedor y original ahora ha sido asimilado como herramienta común. Pero aún así en muchos de sus trabajos actuales se nota una falta de esfuerzo y un nivel acomodaticio molesto viniendo de gente con tanto oficio.


Asimismo hay que tener en cuenta que, pese a su talla artística, muchos de estos autores han tenido una trayectoria intermitente durante los últimos años. Algunos han optado por romper con la gran industria y moverse por los márgenes de esta, recurriendo incluso a la autoedición. Ello les garantiza mayor libertad pero también restringe enormemente la difusión de su obra y, en algunos casos, su propia falta de disciplina les vuelve vagos y autocomplacientes, mermando su labor en términos de calidad y cantidad. En otras ocasiones, el canto de sirena de otros medios ha mermado sus aportaciones al cómic considerablemente. Así, el ostracismo autoimpuesto por el que han optado Alan Moore, David Mazzuchelli o Barry Windsor-Smith y la carrera paralela practicada por Miller (cine), Neil Gaiman (literatura), Lein Wein (animación) o Jamie Delano y Chaykin (televisión) han influido en detrimento de su apreciación como autores de comic.

Sin embargo, seamos serios. Que la trayectoria reciente de estos autores no esté a la altura de sus grandes clásicos no implica que sea necesariamente despreciable. Pedir que cada nuevo trabajo sea un nuevo Watchmen o Return of Dark Knight es algo que ni en su mejor momento el artista más brillante puede lograr. Ni falta que le hace. Por otro lado resulta casi insultante ver cómo, a modo retrospectivo, se le resta mérito a obras cumbre del pasado sólo porque su autor vive actualmente horas bajas en comparación con talentos actuales. Tal comportamiento demuestra la memoria de pez y la ignorancia en la que viven muchos de los críticos y opinantes. Los que consideran a Mark Millar el cúlmen del atrevimiento y la polémica deberían echar un vistazo a lo que Howard Chaykin hacía dos décadas antes. El día que algo como Trouble pueda compararse con algo como Black Kiss podremos hablar con propiedad.

El empuje de nuevos talentos como Millar, Warren Ellis, Brian Bendis, Geoff Johns, Bryan Hitch o Steve McNiven es innegable, pero, ¿cuánto de lo que en estos autores se presenta como novedoso estaba –y continúa estando- en la obra de veteranos como los antes mencionados? Pese a que sus mejores días ya han pasado, conviene no despreciar el trabajo actual de esos viejos zorros. Después de todo ya se sabe que el diablo sabe más por viejo que por diablo.


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