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James Robinson: la nostalgia como base

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 17/08/2011
La Atalaya del Vigía

Con la publicación definitiva –esperemos- de Starman en España muchos se interesarán por James Robinson, el alma mater (sin menosprecio a Tony Harris) de una de las mejores obras del cómic USA de los 90. Frente a la notoriedad de otros guionistas británicos, Robinson cuenta con un trayectoria menos llamativa y más irregular, pero tan interesante como las de sus coetáneos.

Robinson es un autor que se caracteriza por su amor por lo clásico –con especial cariño a los cómics de la Edad de Oro- pero que al mismo tiempo sabe dotar a las historias de sabor retro, de un enfoque adulto y una sensibilidad contemporánea. Frente a los ejercicios de deconstrucción de Grant Morrison o al clasicismo casi didáctico de Kurt Busiek, Robinson combina ambas vertientes junto a una gran habilidad para las escenas de acción y la caracterización de personajes.

Licenciado en cinematografía, debutó en el cómic con London´s Dark, una visión fantástica del Londres de la IIª Guerra Mundial. Este trabajo atrajo la atención de Matt Wagner, que le ofreció ocuparse de su serie Grendel Tales, aunque problemas legales hicieron que el trabajo no fuese publicado. Sin embargo Robinson ya se había instalado en el mercado yanqui realizando pequeños proyectos para editoriales como Dark Horse (varias miniseries de Terminator), Marvel Epic (67 Seconds, Ectokid), DC (Legends of the Dark Knight: Blades) e incluso una historia corta de Miracleman para Eclipse.
Su consagración llegó a partir de 1993, cuando en poco más de un año se sucedieron cuatro trabajos que le encumbraron. Primero fue aquella historia perdida de Grendel (Cuatro diablos, un infierno), espectacularmente ilustrada por Teddy Kristiansen. A continuación vino su aportación al proyecto Ultraverse de Malibu con Firearm –serie sobre un detective privado obligado a lidiar con individuos superpoderosos, mucho antes que Powers o Gotham Central-. Después llegó La Edad de Oro, ambiciosa miniserie con Paul Smith donde rescataba a la JSA para ofrecer una suerte de última historia de la misma. Y finalmente inició la publicación de Starman, su trabajo más personal y ambicioso hasta la fecha.

Un autor polifacético


Convertido en un autor puntero, Robinson comenzó a realizar proyectos especiales para DC (una miniserie de Vigilante, el especial Batman/Deadman, la miniserie Brujería basada en el universo de Sandman) pero destaca sobre todo su papel en el relanzamiento de la JSA, primero mediante varios especiales y luego como serie regular. Para Image escribió una breve etapa de Wildcats y publicó Leave it to Chance, un proyecto de creación propia junto a Paul Smith. En Marvel devolvió algo de lustre a la franquicia mutante en sus horas más bajas (Cable, Generación X) e intentó aportar cierta calidad a esa infausta maniobra llamada Heroes Reborn. Pero durante todo este tiempo su mejor trabajo seguía siendo Starman, cuyo buen nivel supo mantener incluso tras el abandono de Harris y su sustitución por Peter Snejberg.

En 2001, concluida Starman por petición propia, Robinson desapareció prácticamente del panorama editorial. Su objetivo era probar suerte en el cine, pero su debut como realizador con Comic Book Villains (2002) –comedia sobre la rivalidad entre los dueños de dos librerías de comic- apenas tuvo repercusión y su labor como guionista de La Liga de los Hombres Extraordinarios (2003) fue directamente lamentable. Tras algunos proyectos que no cuajaron –la adaptación en imagen real de Akira- Robinson volvió por sus fueros relanzando a Batman durante el evento Un Año Después. Poco después pasaba a convertirse en guionista de Superman (suya es la saga de Nuevo Krypton) y a ocuparse de la JLA con la polémica miniserie Cry for Justice y luego como responsable de la serie regular previa al actual relanzamiento. Sin ser despreciables, estos últimos trabajos no acaban de estar a la altura de su verdadero talento, ni han ayudado a que su nombre tenga la relevancia que merece. Lo disperso y mal editado de su obra en nuestro país ha contribuido a ello. Tal vez la cuidada edición de su obra insignia y su nuevo proyecto (una miniserie de The Shade, el secundario de Starman) corrija el problema.


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