Darkman: El (anti)héroe de las sombras
En 2015 se cumple el 25º aniversario del estreno de Darkman (1990), película de Sam Raimi que supuso su primera incursión en el cine de superhéroes donde pueden rastrearse muchos de los elementos de la explosión de dicho subgénero producida una década después.
Aunque Darkman no adapta ningún cómic, el protagonista y su historia tienen más de una deuda para con el noveno arte. De hecho, la película nació a partir del fracaso del realizador a la hora de hacerse con los derechos de La Sombra. Como vía de escape a sus ideas para esa frustrada adaptación, Raimi creó un personaje propio, que bebía tanto de la literatura pulp de los años 30 como de la reformulación adulta del cómic de superhéroes de los 80, añadiendo unas gotas del cine de terror clásico de la Universal. El resultado fue Peyton Westlake, un científico que investiga las aplicaciones médicas de una piel artificial y que es quemado y dado por muerto por un grupo de criminales. Desfigurado por las llamas y dotado de una fuerza sobrehumana a consecuencia de sus lesiones, Westlake devendrá en un justiciero que utiliza sus habilidades y conocimientos –incluido crear rostros artificiales- para vengarse de sus agresores.
Lo cierto es que viendo el resultado final resulta poco adecuado colgarle a Darkman la etiqueta de superhéroe. El carácter torturado del personaje -sujeto a frecuentes ataques de ira-, su terrorífico aspecto -ese rostro calcinado cubierto de vendas- y lo expeditivo de sus métodos -liquidando a sangre fría y con alevosía a sus, por otro lado, odiosos y miserables enemigos-, hacen pensar más bien en un antihéroe que se mueve por puro interés personal. Asimismo, sus rasgos conceptuales remiten más al Erik de El fantasma de la Ópera o al Vengador de Justice Inc –otro héroe pulp con la facultad de asumir rostros ajenos- antes que a personajes como Batman y Spiderman. El propio apellido del personaje se adivina como un homenaje al escritor Donald Westlake, creador de Parker, el antihéroe por excelencia de la literatura de serie negra.
Pese a lo anterior, la cinta reproduce los principales elementos asociados a la narrativa del cómic de superhéroes: un origen asociado a la tragedia; el descubrimiento y desarrollo de habilidades sobrehumanas; un cuartel secreto lleno de equipamiento para la lucha contra el crimen; un interés amoroso que acaba con su vida en peligro; un grupo de pintorescos villanos liderados por un poderoso jefe; escenas de acción espectaculares y con un punto de inverosimilitud –esa persecución en helicóptero por los cielos de la ciudad-; y un final que deje al protagonista con su estatus completamente formado y a desarrollar en futuras historias. La dinámica puesta en escena de Raimi, dotada de un ritmo endiablado y con un enfoque irónico en las escenas de violencia, insufla vida y colorido a una trama que maneja elementos del cine policiaco a la hora de construir su estética.
Protagonizada por un joven Liam Neeson, su interpretación consigue mostrar la deprimente situación de un personaje consumido por el dolor, en lucha contra su propia mentalidad racional de científico y el amor por su prometida. Todo un logro teniendo en cuenta que el actor aparece con sus facciones ocultas durante la mayor parte del metraje. El resto del reparto, encabezado por Frances McDormand y Colin Friels, cumple con eficacia pero la verdadera revelación es el villano encarnado por Larry Drake. La intensidad y presencia física que imprime al mafioso Robert G. Durant no solo le convierten en un antagonista memorable, sino que rompen en mil pedazos la imagen amable por la que el actor era previamente conocido.
Convertida en un film de culto, Darkman dio origen a dos secuelas estrenadas directo a video protagonizadas por Arnold Vosloo y muy por debajo de los méritos de la original. Asimismo, conoció una adaptación al cómic editada por Marvel y escrita por un primerizo Kurt Busiek, quien continuaría la trama del film durante seis números. Más recientemente el propio Busiek escribiría junto a Roger Stern la miniserie Darkman vs Army of Darkness editada por Dynamite, donde el protagonista se cruzaba con otra creación de Raimi, el Ash Williams de la saga Evil Dead. Escaso legado para un reivindicable film merecedor de un mayor reconocimiento en el desarrollo del género.
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