100% Marvel - Caballero Luna #2: Apagón Nuevo cambio de fase
Personaje de culto, el Caballero Luna ha sido blanco de toda clase de aproximaciones a lo largo de sus cuarenta años de trayectoria. Aproximaciones que van desde el enfoque más urbano al más místico, del más cruento a más ligero, del más cercano al superhéroe puro y duro al más alejado del mismo. El enésimo relanzamiento del personaje como parte de la iniciativa Marvel Now! parece enmarcarse dentro de lo que se ha venido a llamar la Marvel Hipster, consistente en historias de pequeña extensión con un tono más distendido y un mayor margen para la experimentación argumental y visual.
Brian Wood (DMZ) recoge el testigo de Warren Ellis como responsable de esta nueva etapa, pero manteniendo el tono que este último imprimió a las aventuras del Puño de Konshu. Como ya sucediera con Ellis, el presente tomo casi funciona más como una antología de historias donde Wood y el dibujante Greg Smallwood juegan con diferentes recursos narrativos del medio, pero manteniendo en todo momento un sentido lúdico. La historia que abre el tomo es quizá el mejor ejemplo de ello con un argumento sencillo –Marc Spector busca a un asesino cuando se produce un apagón en la ciudad- que adquiere una mayor sofisticación gracias a una narración que alterna los puntos de vista de varios personajes y al partido que Smallwood y la colorista Jodie Bellaire sacan del contraste entre el blanco impoluto del protagonista y las masas de negro de la ciudad sin luces.
Dicha historia también funciona como inicio de una trama de intriga internacional que incluye una crisis con rehenes, una sesión de hipnosis entre Spector y una psiquiatra, el asalto a una embajada o el protagonista atrapado en una misteriosa cárcel entre otras situaciones, siendo el punto culminante cuando Konshu decide elegir a otra persona como su avatar con resultados que acaban escapando a su control. Aunque cada episodio forma parte de un elaborado argumento con aires de thriller político plagado de giros, lo cierto es que ambos autores procuran que cada número funcione por sí mismo sin dejar por ello de ser piezas de un puzzle mayor.
Wood sabe llevar la trama a su terreno predilecto, colando aquí y allá pequeños apuntes sobre temas como el papel de los medios de comunicación digitales en la sociedad actual, la moralidad de los justicieros, la impunidad de ciertos líderes políticos y la violación de derechos por parte del gobierno en interés propio. Todo sin descuidar el retrato del personaje y su peculiar psique, que incluye varias personalidades y su relación con la deidad egipcia a la que sirve. Por su parte Smallwood aprovecha las posibilidades que le brinda el guión para tratar de dar a cada número un enfoque narrativo distinto. Como plasmar un episodio visualizado íntegramente por cámaras de seguridad ó imágenes de teléfonos móviles. O añadir un toque onírico y surrealista a las ocasionales apariciones de Konshu.
A pesar de partir con la desventaja de sustituir al excelente dúo formado por Ellis y Declan Shalvey, la dupla Wood/Smallwood cumple sobradamente para sobrevivir a las dañinas comparaciones. Lo suficiente para lamentar que su etapa no haya tenido una mayor extensión, quedando el presente tomo como muestra de su pericia.
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