100% Marvel. Caballero Luna #2: Apagón Nuevo equipo creativo para esta original propuesta marveliana
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Segunda entrega de esta nueva andadura de uno de los personajes de “segunda fila” más carismáticos de la Casa de las Ideas. A diferencia de otros proyectos de última oleada de Marvel NOW!, esta colección no optó por convertirse en una “miniserie encubierta” (Hulka, Elektra), desviándose hacia algo que cada vez está más de moda en TV y que, en opinión de este que escribe, el mundo del cómic debería recuperar con algo más de asiduidad: una especie de antología en la que un equipo creativo diferente se encarga de cada arco argumental. Al igual que sucede en la TV con los directores y los showrunners, un reconocido guionista como Warren Ellis se encargó en los primeros compases de dejar las bases claras, el tono en el que se movería este Caballero Luna/Sr. Luna que bebe mucho de las mejores películas de acción y thrillers de espionaje de los últimos años, una senda que también han recorrido otras series actuales como Zero, con la que esta colección guarda unos cuantos paralelismos a todos los niveles.
Para empezar, podemos decir que estamos ante, probablemente, el mejor trabajo de Brian Wood en Marvel. El guionista de Vermont parece haber dado al fin con la tecla después de su decepcionante paso por la franquica mutante (tanto la versión tradicional como la Ultimate). Wood, sin recuperar aún el nivel mostrado en obras tan recomendables como DMZ o, sobre todo, Northlanders, escribe un guión que sigue la estela de Ellis y se arriesga además con algunos juegos narrativos que ayudan a reforzar la loca y tenebrosa ambientación del primer volumen, en una mezcla entre el mundo sobrenatural y esa jungla de asfalto que son los ambientes urbanos en los que se mueven normalmente los superhéroes norteamericanos. El ritmo es vertiginoso, en un tomo en el que no hay descanso y en la que se entremezclan las tramas episódicas con un argumento mayor. Pero, como decíamos, hay tiempo para la experimentación y para las probaturas, en una clara línea continuista de lo marcado por colecciones como el Ojo de Halcón de Matt Fracion y David Aja. Así, En Directo se convierte en una pequeña gran sorpresa, un número que en su misma concepción ya indica los nuevos buenos tiempos en los que vivimos en el mundo del cómic a nivel creativo. Mezclar de manera tan nítida dos medios de comunicación en una historia con un principio y un final, aprovechar (si bien no al máximo) los recovecos de este planteamiento, en una serie como esta, es algo digno de alabar. El problema es lo desapercibido que puede pasar en medio de la vorágine en la que vivimos, con historias que terminan antes de empezar y sorpresas que se desvanecen, en busca de lo nuevo.
En este sentido, este Caballero Luna trasciende aún más allá del propio simbolismo del personaje, tocando temáticas actuales y poniendo en jaque, criticando, ciertas actitudes de la sociedad moderna. No estamos aún ante un cómic independiente o un cómic de autor, pero es lo más parecido que podemos encontrar dentro de una macro-corporación como Marvel. El uso de la tecnología durante toda la historia, no solo en el número mencionado, también conecta de manera acertada con el momento en el que vivimos. Se acerca a un tipo de público diferente al clásico, tanto por la disposición de las páginas, más cinematográfica, en la que Greg Smallwood se aprovecha al máximo del legado dejado por Declan Shalvey con el apoyo de Jordie Bellaire, como también en el fondo, un cambio en el estilo del lenguaje del cómic que trata de atraer a muchos aficionados de la televisión y el cine. La política, la corrupción y la incapacidad de las grandes organizaciones mundiales de “hacer algo” son el telón de fondo en el que se mueve un Luna que se acerca más al anarquismo que nunca, atrapado finalmente por un sistema que hace creer y revivir su locura. La Doctora (sin necesidad de caer en personalismos, a pesar del nombre que aparece) se convierte así en una protagonista más, por su humanidad, por ese deseo de venganza y recompensa humano, pero también porque es una tragedia real que contrasta con el mundo “bondiano” en el que vive Spector, que debe enfrentarse a sus miedos y “regresar” al mundo real para poder combatir las amenazas reales.
Después de todas estas líneas, algún lector puede pensar que estamos ante una colección pretenciosa y ante una opinión exagerada. Puede que sea verdad que este Caballero Luna no merezca ser colocado en un pedestal tan alto dentro de la gigantesca oferta del mercado del cómic, pero es muy cierto que, dejando a un lado cualquier consideración sobre segundas o terceras lecturas que puedan hacerse sobre los tebeos aquí recogidos, estamos ante unas historias que dan lo que prometen, un entretenimiento divertidísimo que, aunque parezca mentira, hoy en día es complicado encontrar.
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