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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Secret Wars: El inicio de la Marvel moderna

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 13/10/2015
La Atalaya del Vigía

La publicación de las nuevas Secret Wars a cargo de Jonathan Hickman y Esad Ribic vuelve a poner de actualidad las Secret Wars originales. Un evento que marcó un antes y después en la forma de concebir y comercializar el cómic de superhéroes y cuya influencia -directa e indirecta- aún es patente tres décadas después.

Las primeras Secret Wars tuvieron su génesis en un acuerdo entre Marvel y la empresa juguetera Mattel. Esta última acababa de adquirir los derechos de los principales personajes de la editorial para una línea de figuras articuladas. Su objetivo era replicar el éxito que su competidora Kenner acababa de obtener con sus figuras sobre personajes de DC. Para apoyar el lanzamiento sugirieron la creación de una nueva serie que incluyese a todos los personajes adaptados a figuras. Jim Shooter, entonces editor jefe de la editorial, vio en la idea un gran potencial capaz de atraer tanto a los lectores veteranos como a neófitos atraídos por los juguetes. El anuncio realizado por DC en aquella época sobre Crisis en Tierras Infinitas –otra serie que incluía a los principales personajes de la editorial en un gran evento- supuso el empujón definitivo.


Con Shooter en la doble condición de editor y guionista y Mike Zeck como dibujante, Secret Wars fue presentada a los lectores mediante una astuta maniobra: en los números de las principales series correspondientes a Marzo de 1984, las últimas páginas mostraban como sus respectivos protagonistas eran atraídos por misteriosa estructura en Central Park y desaparecían misteriosamente. En los números del mes siguiente los personajes reaparecían con varios cambios argumentales y/o estéticos y mencionando ciertos sucesos inéditos. Si el lector quería conocerlos tendría que leer la historia narrada por Shooter y Zeck en una serie de doce episodios, so pena de ignorar una información crucial sobre sus personajes favoritos.


A la hora de elaborar el argumento Shooter se vio obligado a asumir ciertas imposiciones dictadas por Mattel, como la de utilizar a un grupo concreto de personajes divididos en héroes y villanos. O la inclusión forzosa de vehículos, fortalezas y demás complementos añadidos por la juguetera a sus muñecos. Partiendo de esa base Shooter ideó una trama en la línea de su celebrada etapa como guionista de Los Vengadores, enfrentando a los protagonistas con un ser de inmenso poder en un conflicto de dimensiones épicas. El ser en cuestión, cuyo nombre –Todopoderoso- no deja dudas de su nivel de amenaza, transportaba a los protagonistas a un lejano planeta –con el poco sutil nombre de Mundo Batalla- para hacerles luchar entre sí a cambio de que el vencedor vea cumplidos sus mayores deseos.


Como se puede ver la premisa no era precisamente el colmo de la originalidad y/o la sofisticación argumental. De hecho los sucesivos planes de ambos bandos para acabar con el contrario resultan de una simplicidad casi sonrojante. Afortunadamente el talento de Shooter como escritor y su conocimiento del universo Marvel plantearon conflictos personales y evoluciones dramáticas que dan a la trama sus momentos más memorables: la tensa relación entre los X-Men con el resto de los héroes por su condición de minoría racial; el ambiguo e interesante tratamiento del ¿villano? Magneto; la crisis personal de un Reed Richards separado de su esposa embarazada; los ambiciosos planes del Dr. Muerte para hacerse con el poder absoluto; la evolución del inestable Hombre Molécula; el romance culpable de Coloso con la alienígena Zsaji; el papel de Galactus en la trama amenazando tanto a héroes como villanos… detalles que hacen de Secret Wars una historia con entidad propia, más allá de espectaculares escenas de acción –la alianza contra Galactus para impedir que devore Mundo Batalla; el épico enfrentamiento entre Muerte y el Todopoderoso; la imagen de los héroes sepultados bajo una montaña- y de la condición de herramienta publicitaria con la que fue creada.


Asimismo junto a la presentación de nuevos personajes –la segunda Spiderwoman, las villanas Titania y Volcana- la serie tuvo consecuencias argumentales –el cambio de traje de Spiderman; la inclusión de Hulka en los 4 Fantásticos; la ruptura entre Coloso y Kitty Pride- exploradas posteriormente con interesantes resultados. El trazo ágil y limpio de Zeck potencia la acción constante, si bien es una lástima que ocasionalmente sus páginas adolezcan de un acabado apresurado debido a las ajustadas fechas de entrega. Algo que obligó a que fuese sustituido por Bob Layton en un par de episodios con el consiguiente desnivel estético.


Pese a esos defectos el éxito comercial fue rotundo. Tanto que dio pie a una secuela que invertía las tornas, con el Todopoderoso viajando a la Tierra y la trama desperdigándose por todas las series de la editorial. La caída en desgracia de Shooter a finales de los 80 hizo que nunca se concretase una tercera entrega, aunque posteriormente aquí y allá –la etapa de Steve Englehart en Los Cuatro Fantásticos, la miniserie Beyond!, la polémica versión del Todopoderoso en Nuevos Vengadores: Illuminati o la reciente etapa de Hickman en las series vengadoras- han utilizado sus conceptos mientras todos los megacrossovers posteriores han tomado las Secret Wars como plantilla editorial en mayor ó menor medida. Una obra imprescindible (para bien y para mal) de la historia de Marvel, lista para ser redescubierta y comparada con su actual y ambiciosa sucesora.


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