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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Crisis de identidad: Bajo la máscara del héroe

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 02/12/2015
La Atalaya del Vigía

La palabra Crisis provoca en el lector una serie de ideas preconcebidas relacionadas con grandes eventos, tramas cósmicas, épicas escenas de acción, universos paralelos y piruetas con la continuidad. Pero cuando en 2004 DC anunció a bombo y platillo un proyecto titulado Crisis de Identidad, ese mismo lector se encontró con algo muy diferente.

Proveniente del mundo del thriller literario (El Décimo Juez, Empate a Muerte) el guionista Brad Meltzer había debutado en el cómic sustituyendo a Kevin Smith en Green Arrow. Su saga La Búsqueda del Arquero se centraba en como, tras su regreso de entre los muertos, Oliver Queen emprendía un viaje para reparar asuntos pendientes del pasado relacionados con su vida privada. Una historia donde el retrato del personaje primaba sobre la acción, sacudiendo el fuero interno del protagonista mediante una emotiva revelación que, sin romper la continuidad, cambiaba la percepción de la misma.


Con idéntico enfoque Meltzer propuso al recién nombrado editor jefe Dan Didio una historia que afectase a la plana mayor del universo DC. Este último, buscando un evento que volviese a dar relevancia a una editorial recién salida del pozo creativo de los 90, desestimó la propuesta inicial de publicarla bajo el sello Elseworlds y decidió situarla en el epicentro de la continuidad oficial. El asesinato de Sue Dibny, la inseparable esposa del Hombre Elástico, a manos de un atacante desconocido golpea cual mazazo a la comunidad superhéroica a la que estaba tan próxima. No solo por la muerte en sí, sino por los indicios que apuntan a un plan que ha dejado sus identidades secretas al descubierto y amenaza a familiares y amigos. La subsiguiente investigación acaba destapando sin embargo un olvidado episodio del pasado relacionado con el villano Dr. Luz y una cuestionable decisión por parte de ciertos miembros de la JLA. La misma decisión que, años más tarde, parece haber vuelto par atormentarles con letales consecuencias.


Haciendo gala de una férrea narración, Meltzer maneja hábilmente los mecanismos del suspense alternando los puntos de vista de distintos personajes –Green Arrow, Átomo, Flash, Robin- así como el uso de flashbacks y acciones paralelas para ir dejando un reguero de pistas mientras expone cuestiones que ponen en tela de juicio la moralidad y principios éticos de los protagonistas. A lo largo de los siete episodios que comprende la historia el guión mantiene en vilo al lector, haciéndole elucubrar sobre la identidad del asesino (o asesinos) y sus motivos.


Sin renunciar a escenas de acción de alto voltaje -la pelea entre Deathstroke y varios miembros de la JLA en su intento de capturar al Dr. Luz; la muerte de otro familiar de un conocido héroe y la fallida carrera por impedirlo- la narración se aleja del estilo fantástico y colorido de historias previas y cambia la épica imagen habitual de los superhéroes DC, mostrándolos antes como personas de carne y hueso con sus consiguientes defectos y debilidades. Un tono que, si bien fue criticado por su uso de elementos de gran crudeza y añadir dosis inéditas de oscuridad y miseria a sus personajes, demuestra la notable habilidad del guionista en la construcción de personajes así como un aplicado conocimiento de su trayectoria editorial. Algo que sin embargo no evitó que su resolución -la revelación del culpable y los verdaderos motivos que dan inicio a la trama- provocase sonadas discusiones entre los lectores.


Dibujada con un agradecido estilo clásico y detallista por Rags Morales, el apartado gráfico plasma con habilidad los distintos ritmos narrativos de la trama, subrayando sus momentos más emotivos con composiciones que impactan sobre el lector. Un ejemplo de artista que, con la vista puesta en el resultado final, se pone al servicio del guión en lugar de intentar destacar su arte por encima del mismo.


Convertida en piedra angular para la evolución editorial del universo DC de los siguientes años –siendo el punto de partida para historias como El Proyecto Omac y Crisis Infinita-, Crisis de Identidad ha sabido sobrevivir a su propia repercusión. Apagadas la expectación y las polémicas de su lanzamiento, su solidez y virtudes se mantienen intactas una década después, convirtiéndola en un trabajo memorable por méritos propios más allá de su coyuntura editorial e influencia posterior. La reciente edición a cargo de ECC es el motivo perfecto para (re)descubrirlo.


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