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Star Wars: Renacer editorial

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 16/12/2015

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El estreno de Star Wars: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015) es uno de los eventos ineludibles de la temporada cinematográfica. Pero su impacto no se circunscribe únicamente a la gran pantalla: también ha supuesto una renovación en el mundo del cómic, donde la saga galáctica creada por George Lucas ha tenido una larga y fructífera trayectoria.


Dicha renovación ha supuesto cambios editoriales, con Marvel recuperando los derechos de la productora Lucasfilms bajo el paraguas empresarial de Disney (a la que ahora ambos pertenecen) tras más de dos décadas a cargo de Dark Horse. Pero el cambio más profundo tiene lugar a nivel argumental, eliminando de la continuidad todas las historias publicadas previamente publicadas –incluidas las editadas por la propia Marvel entre 1977 y 1986-. La razón de dicha tabula rasa obedece tanto a no tener que lidiar con centenares de argumentos previos como a evitar contradecirse con lo establecido en las nuevas entregas cinematográficas producidas por Disney. El material del llamado “universo expandido” pasa así a integrarse dentro de Star Wars Legends, sello editorial para historias alternativas sin repercusión oficial al más puro estilo de los What if…? de Marvel o los Elseworlds de DC.


Con las seis películas previas –más las series de animación Las Guerras Clon y Rebels- como único precedente válido, Marvel ha lanzado una línea de títulos formada por dos series regulares y varios especiales y miniseries situados en diferentes momentos de la cronología. Cómics donde, en sintonía con el nuevo film, se recupera a protagonistas emblemáticos de la trilogía original mientras se presentan situaciones y personajes de futuras entregas fílmicas.


Así en Star Wars (a secas y sin añadidos, ratificando la oficialidad de la cabecera) Jason Aaron regresa al desenlace del Episodio IV para narrar los siguientes pasos de los rebeldes tras la destrucción de la Estrella de la Muerte. La trama se alterna entre un Luke Skywalker que debe hacer frente a su futuro como jedi sin nadie que pueda instruirle tras la muerte de Obi Wan Kenobi y la tirante relación de amor/odio entre Han Solo y la princesa Leia, con el primero teniendo que hacer frente a las numerosas cuentas pendientes de su azaroso pasado y la segunda intentando retenerle como parte de las fuerzas rebeldes.


Por su parte Darth Vader, escrita por Kieron Gillen funciona como reverso a la serie de Aaron, ambientándose en la misma época y centrándose en el villano titular, enfrentado al descontento del emperador tras la destrucción del arma definitiva del Imperio a manos de los rebeldes. Una delicada situación que le rodea de amenazas internas –ambiciosos miembros del Imperio como el general Tagge y los gemelos Morit y Aiolin, los nuevos discípulos del Emperador- como externas en la forma de ese joven discípulo del difunto Obi Wan. Entre los secundarios de ambas pululan viejos conocidos –Bobba Fett, Jabba el Hutt- y nuevas incorporaciones como el cazarrecompensas wookie Black Krrsantan, los androides Triple Zero y BT-1 o Sana Solo, la… ¡¿Esposa!? de Han.


Ambas series funcionan al unísono, retroalimentando sus argumentos entre sí hasta el punto de confluir en un crossover titulado Vader Down que promete ser un importante punto y aparte en esta nueva continuidad. La coordinación entre ambos guionistas –que ya trabajaron conjuntamente sus respectivas etapas dentro de la línea X-Men- resulta tan excelente como su aproximación a la saga. Ambos recuperan el sentido de la acción y aventura de la trilogía original, dando como resultado cómics sólidos y con entidad propia. Gracias a ello ambas consiguen trascender tanto a su propia condición de mercadotecnia como al escaso nivel e intrascendencia que suele acompañar a la mayoría de este tipo de licencias. La presencia de dibujantes de primer nivel como John Cassaday, Salvador Larroca o Stuart Immonen da fe del mimo que la editorial ha dedicado esta nueva etapa. La decisión de Planeta de mantener el formato grapa original beneficia tanto al valor propio que los autores procuran dar a cada entrega como a la lectura simultanea de ambos títulos.


Lanzamientos anexos dedicados a personajes como la princesa Leia –por Mark Waid y Terry Dodson-, Lando Calrissian –a cargo de Charles Soule y Alex Maleev- y Chewbacca –obra de Gerry Duggan y Phil Noto-, mantienen el nivel de calidad que Marvel ha impreso en esta nueva etapa. Por su parte Star Wars: Kanan da carta de oficialidad a la serie Star Wars Rebels, a cargo del guionista Greg Weisman y el español Pepe Larraz, siendo Greg Rucka y Marco Checchetto los responsables de Star Wars: Imperio Destruido, precuela oficial de El Despertar de la Fuerza que enlaza los eventos de El Retorno del Jedi (1983) y la nueva entrega. Dos títulos que irónicamente, a pesar de presentar nuevas situaciones y personajes, denotan una mayor restricción creativa.


A falta de ver su evolución resulta difícil saber si esta nueva andadura en viñetas logrará hitos como Herederos del Imperio e Imperio Carmesí o alcanzará la longevidad de cabeceras como Caballeros de la Antigua República y Star Wars: Legado. Y es que, por mucho que se quiera aumentar su trascendencia otorgándoles carácter oficial, resulta difícil que tras tantas aportaciones previas se pueda incorporar novedades a lo ya visto. De momento dejémonos arrastar por la renovada fiebre galáctica, cuya versión en viñetas demuestra una interesantísima renovación autoral –paralela a la cinematográfica- que, parafraseando el subtítulo del film original, abre la puerta a una nueva esperanza.


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