Chew #10: Morcilla de Sangre Tony Chu se enfrenta al coleccionista en busca de venganza
Chew #10: Morcilla de Sangre USA - 2015 Guionista:John Layman Dibujante:Rob Guillory
Editorial:Planeta Cómic -
128 páginas - color
Precio:15,95€
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Los lectores de Chew sabemos, al acercarnos tomo a tomo a la esperada conclusión de la serie, que no se trata de un cómic al uso. Sus páginas están repletas de pequeños chistes y menciones a la comida y, por poner un ejemplo, dos de los individuos con capacidades especiales que aparecen en esta entrega son creosacaros y gelasesinos. El propio Tony Chu, protagonista de la serie, es un cibópata, lo que significa que si da un bocado a cualquier cosa, su mente recibe información muy completa sobre lo que acaba de ingerir, lo que le ayuda a resolver los crímenes relacionados con los alimentos que se producen en su ciudad.
Después de lo sucedido en tomos anteriores, que ha dejado a medio reparto de la serie en el hospital, es la hora de la venganza pero, para poder llevarla a cabo, Tony tendrá que localizar antes a su enemigo y el paradero reside en Poyo, aunque tras lo sucedido en el tomo anterior, no sea fácil que le de la respuesta que necesita. Con ayuda de su familia y amigos logrará localizar al coleccionista, que debe su apodo a que “roba” las habilidades de aquellos a los que asesina, para hacerle pagar de una vez por todas por lo que hizo a la hermana de Chu. ¿Significa esto que ahora que la serie se acerca a su conclusión se ha vuelto más seria y oscura?
Para los que dudan de que Chew ha perdido parte de su esencia con el paso de los números, confirmarles que la creación de John Layman tiene fecha de caducidad en su entrega 60, es decir, en el tomo 12 y que, poco a poco, va resolviendo los pequeños misterios que han ido apareciendo desde el comienzo de la serie, y aunque en el décimo tomo que ahora se publica tiene lugar el esperado enfrentamiento definitivo entre ambos personajes, aún hay muchos misterios por resolver, como el complot de la gripe aviar o las misteriosas letras que aparecen en el cielo.
Y si hay alguna duda sobre la presunta seriedad de la historia, comentar que los esbirros del coleccionista son, entre otros, uno capaz de moldear y controlar golems hechos de puré de patatas, y otro cuya fuerza y masa muscular se multiplica por 10 al cubrirse de espaguetis. Como podréis suponer, muy en serio no se toma el autor la historia que está contando.
Mención aparte necesita el arte de Rob Guillory, que con su fresco, inimitable y deformado estilo da a la serie la diferencia gráfica necesaria para que nunca nos la tomemos demasiado en serio. Como conclusión, Chew sigue siendo una muy recomendable serie que, junto con otras del sello Image, supone una nueva forma de hacer cómics, muy alejada de los cánones de las dos grandes, cimentadas en grandes dosis de imaginación, y que dan al lector muchos buenos momentos.
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